La participación en procesos de acreditación enriquece la experiencia de la comunidad universitaria y permite guiar el accionar de las casas de estudios hacia una educación de altos estándares.
 
Ahora la pregunta es ¿qué tipo de acreditación ofrece mayores beneficios? Ambas poseen ventajas distintivas, siendo la combinación de éstas una oportunidad clara para la consecución de los objetivos de una institución educativa global. Las credenciales, tanto nacionales como internacionales, se configuran como valiosas herramientas para la mejora continua de los programas académicos.

Las acreditaciones nacionales e internacionales certifican una educación alineada a los estándares de un ente rector o agencia a nivel país, contribuyendo de esa manera a la formación de profesionales que aporten al desarrollo de la nación. En algunos casos, la acreditación nacional es obligatoria para programas específicos. Adicionalmente, las credenciales internacionales permiten generar oportunidades y ampliar las perspectivas de alumnos y egresados, a través del acceso a becas, intercambios estudiantiles o colaboraciones con instituciones extranjeras que cuentan con la misma credencial.

El camino es claro, una educación enfocada a impulsar el desarrollo de la sociedad y en contacto permanente con el mundo.

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