A inicios del año 2021, los efectos de la recesión económica causada por la pandemia del Covid-19, generó que las economías del mundo se inundarán de dólares a través de préstamos y emisiones de bonos soberanos para poder coberturar las medidas fiscales (Incremento de gasto público) de diferentes países, principalmente aquellos con menor capacidad de Reservas Internacionales y baja tasa de vacunación contra la SARS-CoV-2, con el propósito de mitigar los estragos en el nivel de consumo interno y el incremento de la producción de las empresas (algunos de ellos, denominados, programas de reactivación).

Lo anteriormente mencionado, fue posible porque la Reserva Federal de Estados Unidos (FED) redujo drásticamente la tasa de interés, con el propósito de reactivar su economía con mayor rapidez asociado a su rápida vacunación, ofreciendo mayor posibilidad de comprar bonos, tanto en el sector privado como público, es decir, endeudamiento a bajo costo, siendo muy atractivo para empresas y países en búsqueda de financiamiento, con un efecto inicial de reducción del dólar frente a otras monedas en el mundo.

Sin embargo, la caída del dólar frente a otras monedas fuertes, solo duraría algunos meses dado que las principales economías del mundo, empezaron a accionar sus planes de reactivación económica como resultado de sus altas tasas de vacunación y reducción de restricciones de confinamiento.

La realidad del dólar en países de Latinoamérica, fue distinta, pues en países en vías de desarrollo como el Perú, además de ser consideradas más riesgosas por el tipo de calificación crediticia, los porcentajes de vacunación en los meses de abril a mayo del 2021, no superaban el 20% de sus poblaciones, es decir, la reactivación económica no era un camino viable en sus principales sectores, ni los sectores intensivos en mano de obra, es decir, el aumento de empleo formal en actividades presenciales, no eran factibles; en consecuencia la moneda peruana (PEN) se debilitó, por su lenta reactivación económica y reducida actividad en algunos sectores por el aforo limitado.

Otro elemento a considerar en la relación Sol-Dólar (PEN-USD), es la “calidad de refugio” a las que acuden las familias y empresas por protección financiera ante incertidumbre, inestabilidad y/o potenciales riesgos en los mercados, por lo que la demanda por dólares se incrementó adicionalmente por la incertidumbre política del nuevo presidente, en los meses de julio y agosto del 2021.

Actualmente, a los consumidores latinoamericanos no les beneficia el incremento del dólar, dado que muchos de los bienes que consumen son importados, por ejemplo los autos y productos tecnológicos. Asímismo, el precio de algunas materias primas alimenticias han subido en más del 30% a consecuencia de la depreciación del dólar, algunos ejemplos de bienes son el maíz, el trigo, el cacao y otros productos de primera necesidad.

En relación con la deuda en dólares de los países latinoamericanos, al existir una mayor cantidad de divisa en el mundo y con tasas de interés tan bajas, Estados Unidos tiene menos poder de negociación, por lo que las deudas podrían ser renegociadas a menores tasas de interés en los próximos meses. Recordar, que un dólar débil está asociado a precios más altos de las materias primas.

Los bancos centrales de Latinoamérica, y especialmente el BCRP tiene la tarea de lograr estabilidad macroeconómica, con su dotación de herramientas de política monetaria, para evitar las presiones inflacionarias a consecuencia del aumento de precios de los bienes que componen la canasta básica, como el petróleo y combustibles, además de las principales materias primas de los bienes de primera necesidad, sumado a los problemas de las cadenas de suministros a nivel global.

Según el FMI (2021), se estima que el tipo de cambio entre USD y las monedas de Latinoamérica se atenúen y los precios de bienes importados se normalicen para el primer trimestre del 2022.

Fuentes de investigación

Escrito por:

José Luis Almerco Palomino

Editor del Journal of Economics, Finance and International Business (JEFIB) y coordinador de las carreras de Economía, Economía y Finanzas, y Economía y Negocios Internacionales de USIL.