La pandemia actual ha obligado a las organizaciones a adaptarse recurriendo al teletrabajo. A lo largo de los meses transcurridos en este contexto de trabajo a distancia, se ha pedido a los empresarios que reflexionen sobre la formulación de una visión del teletrabajo que pueda armonizar con las necesidades de los diferentes tipos de empleados.

En pleno apogeo antes de la pandemia del COVID-19, el coworking prometía un desarrollo aún mayor después de la crisis sanitaria. ¿Por qué? ¿Cuáles son las ventajas del coworking?

A medida de que el teletrabajo se ha extendido por todo el mundo debido a la pandemia, el coworking está emergiendo cada vez más como una solución a largo plazo. Si bien trabajar desde casa llegó para quedarse, incluso después de la crisis, presenta desafíos importantes.

Comencemos con una definición: el coworking u "oficina compartida" es un método de organización del trabajo que reúne un espacio laboral compartido y una red de trabajadores que practican el intercambio y la apertura; legalmente, esto se traduce en el alquiler de espacios de trabajo compartidos (Capdevila, 2015). En otras palabras, el coworking, que constituye una de las áreas de la economía colaborativa, que por naturaleza no es comercial, se presenta a menudo como un contexto que promueve la innovación. Los espacios de coworking se están expandiendo rápidamente y juegan un papel importante en la promoción de la estructuración de una verdadera red de colaboradores, facilitando tanto los intercambios directos, la creación de redes, la cooperación y la creatividad (Gandini, 2015). Este método de trabajo es más antiguo de lo que uno cree: sus antepasados serían los estudios de artistas en Francia de principios del siglo XX (la Ruche o el Bateau-Lavoir, en los distritos parisinos de Montparnasse y Montmartre respectivamente) que acogían a artistas para inspirarse mutuamente y ahorrar dinero.

La historia del coworking realmente comienza en la década de 1990 en Europa. Más precisamente, se creó en Berlín un "hackerspace" entre diferentes hackers llamado C-BASE. En cualquier caso, el coworking tal como lo conocemos hoy, realmente se desarrolló en el Silicon Valley de Estados Unidos en la década de 2000 (Spinuzzi, 2021).

El auge programado del coworking tras la crisis sanitaria causada por el COVID-19
En sus inicios, el coworking estaba destinado a los independientes. Este último vino principalmente para conocer a profesionales de diferentes sectores. Pero desde la pandemia del COVID-19, el coworking ha afectado a personas que no eran el público inicial de los espacios compartidos: los nuevos teletrabajadores de la crisis sanitaria.

Sin embargo, en el corazón de la crisis del COVID-19, algunos participantes de coworking experimentaron algunas dificultades (en particular WeWork). El sector aún joven y frágil se ha visto sacudido por la crisis sanitaria. Los espacios tuvieron que cerrarse porque generaban demasiados costos que ya no estaban cubiertos por los trabajadores que preferían quedarse en casa.

Sin embargo, la crisis sanitaria también fue una oportunidad para que el coworking se reinventara. De hecho, con la pandemia, los métodos de trabajo tuvieron que evolucionar. El teletrabajo se ha extendido y tanto las empresas como los trabajadores lo han adoptado. Y esta tendencia general hacia el teletrabajo debería continuar después de la crisis sanitaria.

De manera más general, las empresas tendrán que cambiar sus espacios de trabajo para darles más flexibilidad. La optimización de los costos inmobiliarios también está en la agenda. Esto es tanto más cierto cuanto que la inestabilidad generada por la crisis ha hecho que las empresas se muestren reacias a volver a participar en un arrendamiento comercial clásico. Por lo tanto, el coworking parece ser la solución ideal para abordar estos problemas: permite a los colaboradores trabajar en buenas condiciones y a las empresas reducir sus costos. Los espacios de coworking también se han adaptado para cumplir con las medidas sanitarias recomendadas por los gobiernos: distanciamiento social, uso de mascarilla, gel desinfectante, espacios ventilados y aforo limitado.

La pandemia ha abierto los ojos de empleados y empresas por igual. Todos hemos tenido tiempo de repensar nuestros valores y nuestro futuro a la luz del teletrabajo. Así, según un artículo del periódico Les Affaires, "la gente […] ahora está revisando su vida y sus objetivos profesionales" (Schmouker, Voici ce qui va vraiment changer lors du retour au bureau!, 2020).

De hecho, la calidad de vida es más importante que nunca. Después de la libertad de trabajar desde casa, a muchos empleados les resulta impensable volver a la oficina a tiempo completo. De hecho, una encuesta sobre los deseos de los empleados después de la pandemia, realizada en LinkedIn en junio de 2020 a 1200 encuestados, informa las siguientes cifras: el 60,6% quiere una combinación de teletrabajo y oficina y el 33,1% quiere ser exclusivamente teletrabajo. En consecuencia, solo el 6,3% desea volver a la oficina a tiempo completo.

Según una encuesta de Leger Marketing, "el 31% de los empleados estaría de acuerdo con un recorte salarial a cambio de un mejor equilibrio entre el trabajo y la familia". Más flexibilidad es lo que quieren los empleados de hoy (Schmouker, 2020). Y esta fórmula basada en el teletrabajo da un lugar de honor al coworking.

Si esta metodología se vuelve esencial, las empresas podrían dar a los empleados la opción de cambiar entre tres espacios de trabajo: su oficina clásica, su hogar (home office) o el espacio de coworking.

Por supuesto, el coworking también tiene sus límites. Por lo tanto, no será adecuado para todos y para todas las actividades, especialmente cuando el negocio está creciendo. Tampoco hay que minimizar otro inconveniente del coworking: la contaminación acústica que puede generar a los usuarios que necesitan calma. También tenemos que buscar el espacio adecuado porque, por el momento, las grandes ciudades son las que mejor dotan de espacios compartidos y los pueblos pequeños no son muy dinámicos. El modelo de negocio del coworking también mostró sus límites durante la crisis de salud: las plataformas deberán asegurar la fidelidad de los usuarios, pero también limitar los costos para encontrar un equilibrio financiero.

En resumen, los beneficios económicos del espacio de trabajo colaborativo son incomparables. En primer lugar, con el modelo de teletrabajo/coworking, se evitan los costos de acondicionamiento, mobiliario y equipamiento relacionados con la oficina permanente. Dicho esto, la empresa también se beneficia de una flexibilidad excepcional en términos de espacio. De hecho, el coworking permite una variedad de arreglos hechos a medida. Al mismo tiempo, nos libera de un compromiso a largo plazo: los costos fijos se transforman así en costos variables, dependiendo de los planes de la empresa.

Fuentes de investigación:

Escrito por:

Enrique Zentner Alva
Coordinador y catedrático de la carrera de Administración y Emprendimiento. Estudiante del Doctorado en Administración. Magíster en negocios de la Universidad Particular de Chiclayo.