“Yo no pateo, yo hago llaves”. Las palabras del deportista y estudiante de la carrera de Ciencias de la Actividad Física, Alonso Wong eran un síntoma de lo poco que se sabe en el Perú sobre el deporte que él más ama: el judo. Durante los Juegos Panamericanos celebrados en Lima, Alonso era una de las cartas más firmes para conseguir una medalla y una manera de promover un deporte tan poco popular en el Perú fue publicando un cómic protagonizado por el mismo Alonso Wong.
Fue él quien se encargo de corregir a los escritores e ilustradores en la etapa previa de elaboración de la historieta. Así ellos y miles de peruanos se enteraron de que en el judo lo principal son hacer llaves que inmovilicen al oponente o que lo hagan volar y aterrizar en la lona. “Nunca me había visto en una caricatura y me gustó mucho. Mi cómic fue el que más se vendió y luego de los Panamericanos se volvieron a vender más”.
Todo comenzó cuando Alonso tenía entre 5 y 6 años. Recuerda que sus papás lo llevaron con un psicólogo porque pensaban que era un niño hiperactivo. “Les dijeron a mis papás que me metan a hacer un deporte para que bote toda la energía que tenía”. Y así fue. Hasta el día de hoy recuerda la primera vez que llegó al Estadio Nacional y observó los entrenamientos de judo. Al inicio empezó por curiosidad y porque así pasaría tiempo junto a su primo. Pero luego ganó su primera competencia y luego la segunda. “Me gustó esa sensación de ganar y sentirme apoyado y desde esa vez no lo he dejado”, afirma.
Los días de Alonso empiezan a las 6:30 de la mañana. Entrena tres veces al día y regresa a su hogar recién a las 8 de la noche. Para las 10 p.m. ya está en la cama. Admite que es un sacrificio ser un deportista de alta competencia. Debe renunciar a las reuniones con amigos, a los excesos de comida, a las fiestas y en más de una ocasión un viaje por un torne se ha cruzado durante una fecha especial para él. “Es difícil, pero es lo que se debe hacer si quieres cumplir tus metas”, dice con madurez.
Además de entrenar y competir con miras a la clasificación a los siguientes Juegos Olímpicos París 2024, Alonso estudia porque sabe que no podrá competir toda su vida. Y está consciente de que si en la USIL no le dieran las facilidades nunca habría podido compaginar su vida de deportista con la académica. “La USIL me dio una beca del 60% al principio y ahora es del 80%. Y también recibo apoyo constante de las áreas administrativas y de secretaría académica. Son pacientes y colaboran conmigo en todo sentido porque USIL apoya el deporte. Si necesito aplazar un examen o la entrega de trabajo me lo permiten. Si debo faltar a clases por un viaje también me ayudan”, explica.