La directora de la carrera de Medicina Humana de USIL, la doctora María Mercedes Saravia, explica que esta acción puede provocar intoxicación, dependencia, daño de algunos órganos, entre otros problemas.
El gran temor colectivo generado por la pandemia por COVID-19 ha impulsado a muchas personas a ingerir medicamentos sin receta médica para atender los síntomas de una gripe normal, o antibióticos para una supuesta infección de la garganta. Sin embargo, esta es una práctica riesgosa e irresponsable.
La doctora María Mercedes Saravia, directora de la carrera de Medicina Humana de USIL, explica por qué nunca debemos automedicarnos. Es decir, no debemos utilizar medicamentos por iniciativa propia sin ninguna intervención del médico (en el diagnóstico de la enfermedad, en la prescripción ni en la supervisión del tratamiento) para aliviar dolencias o malestares de salud.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de la mitad de los medicamentos a nivel mundial –entre los más usados destacan los analgésicos y los antibióticos– se prescriben o venden de manera inapropiada. Pero ¿qué nos lleva a la automedicación? “Existen diversos factores, como la falta de acceso a servicios de salud, contar con medicinas en casa o haber recibido medicación previamente para una dolencia similar, la recomendación de un familiar o un amigo, publicidad, entre otros. No obstante, tengamos en cuenta que, la mayoría de las veces, las personas no contamos con la información suficiente para tomar buenas decisiones sobre nuestra salud”, explica Saravia.
Por ello, es importante recordar los riesgos al optar por un medicamento sin supervisión de un especialista. La directora de la carrera de Medicina Humana de USIL comparte ocho razones para evitarlo:
- No solucionan el problema. Los efectos en el organismo son diversos y dependen del medicamento, la dosis y la frecuencia con la que se toman. Puede ser que el uso de un medicamento enmascare un problema grave de salud, derivando un retraso en el diagnóstico y el tratamiento correcto, o incluso la muerte. El caso más común de automedicación son los antibióticos que se usan indiscriminadamente frente a síntomas de resfríos o diarreas, especialmente en niños. Pero los resfríos causados por virus no necesitan ser tratados con antibióticos. Debido al uso indiscriminado, los microorganismos, especialmente las bacterias, se vuelven resistentes y requieren cada vez de antibióticos más potentes.
- Intoxicación por medicamentos. Sin la adecuada indicación de un especialista, se puede ingerir una dosis inadecuada y peligrosa de un medicamento. Cuando esto sucede, se desarrollan síntomas que van desde erupciones en la piel (que además podrían indicar alergia al compuesto), fallas hepáticas y hasta shock anafiláctico (la manifestación alérgica más grave que existe, de rápida instauración y que muchas veces puede llegar a ser mortal).
- Toxicidad. Se pueden producir efectos secundarios, reacciones adversas en la piel, mucosas u órganos.
- Falta de efectividad. Ello ocurre debido a que su uso no está indicado. Por ejemplo, al tomar antibióticos para tratar procesos virales.
- Dependencia o adicción. Pueden ocurrir enmascaramiento de procesos clínicos graves y retraso en el diagnóstico y el tratamiento.
- Interacción. Puede haber una potenciación o disminución del efecto de un medicamento al ingerir otro en forma simultánea o, incluso, con algunos alimentos que la persona esté tomando.
- Resistencias a los antibióticos. Su uso excesivo puede hacer que los microorganismos desarrollen mecanismos de resistencia y defensa ante estos medicamentos y, por lo tanto, dejan de ser eficaces.
- Daño de los órganos. El más afectado por la toma de medicamentos en dosis inadecuadas es el hígado, que puede provocar una falla hepática. Asimismo, los riñones se ven comprometidos con esta situación, pues la función de estos órganos es la de eliminar los fármacos del cuerpo. De la misma forma, en casos más extremos de la ingesta de sedantes o pastillas para dormir, podemos estar afectando a nuestro sistema nervioso y generar dependencia.
Además, la doctora María Mercedes Saravia comenta que existe un grupo de medicamentos de venta libre, como antigripales, antitusígenos, suplementos vitamínicos, digestivos, laxantes, antiácidos y antiflatulentos, pero que ello no implica que se tomen desmesuradamente o sin la indicación médica correcta. Por ejemplo, en el caso del paracetamol, medicamento que se está utilizando para controlar algunos síntomas de COVID-19, su ingesta debe ser supervisada.
“En la actualidad, la gran incertidumbre por la pandemia va a producir que un simple resfrío nos preocupe de sobremanera, pero mi recomendación es guardar la calma y optar por consultar con nuestro médico, ya sea mediante una llamada telefónica o una videollamada, y estar atentos a nuestro estado físico, sobre todo al desarrollo de síntomas”, indica
La OMS no recomienda la automedicación, en particular con antibióticos para prevenir o curar la COVID-19, ya que estos medicamentos solo son eficaces contra las infecciones bacterianas.
Recuerde que para protegerse a uno mismo y a los demás contra COVID-19, debe lavarse las manos con frecuencia, usar mascarillas, cubrirse la boca con el codo o con un pañuelo de papel al toser y mantener una distancia social de, al menos, un metro. Si tiene alguna duda sobre su medicación, debe consultarlo con su médico o farmacéutico.
Sobre Medicina Humana
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