16 de noviembre

La Organización de las Naciones Unidas solicitó a sus estados miembros celebrar el Día Internacional de la Tolerancia el 16 de noviembre. Esta celebración anual pretende dar seguimiento al Año de las Naciones Unidas para la Tolerancia desarrollado en 1995.

¿Cuál es el propósito de esta celebración? Favorecer la compresión de otras culturas, de otras formas de vivir y comprender la vida. La aceptación, comprensión y respeto por las distintas cosmovisiones que existen en la humanidad. Muchos pueblos, muchas culturas, muchas formas de resolver las mismas situaciones o dificultades que nos plantea la sobrevivencia cotidiana.
    
Pero, ¿qué es una cultura? En una definición sencilla, la cultura es la manera de pensar, sentir y actuar de un individuo que forma parte de un colectivo donde se plantea y observa el mismo código de conducta. Entonces, la cultura implica formas de apreciar, sentir y pensar la vida de una manera particular. Todos los seres humanos tienen las mismas necesidades, pero se resuelven de manera diferente, con procedimientos diversos. Por ejemplo, en la cultura aymara el periodo de lactancia comprende 6 u 8 meses y en la cultura quechua la lactancia se prolonga uno o dos años. Esto, que parece algo muy simple, implica las bases de comportamientos futuros bastante complejos y diferentes. El destete favorece el desarrollo de una necesidad en el niño o niña destetada. La necesidad de recuperar el contacto con su madre, pero de una forma diferente. Entonces, surge en el niño o niña la necesidad de la locomoción (marcha) y la necesidad del habla. Al decir “mamá” la invocamos y nos acompaña emocionalmente y el niño o niña ha recuperado a su madre perdida en el destete y esto le da seguridad y autonomía. 

Entender los comportamientos propios ayuda a entender las conductas de los demás. En principio, las prácticas culturales tienen como finalidad resolver necesidades humanas.  Propiciar esta comprensión es lo que pretende Naciones Unidas con la celebración de este Día Internacional de la Tolerancia. Es decir, una oportunidad para reflexionar que con nuestras conductas todos  somos responsables de la paz y la construcción de un mundo más justo, menos centrado en la acumulación de bienes o dinero,  más humano, más tolerante, menos racista como el que actualmente habitamos.

Esta reflexión nos debe encaminar hacia el  fin  aristotélico de hacer el bien, cuya práctica del bien se convierta en virtudes. La virtud del respeto a la singularidad, la percepción del otro no como un adversario sino como un aliado. La práctica de la amabilidad y consideración hacia las necesidades del otro. Al desarrollo de la gentileza que lima las asperezas que se presentan en el quehacer en el afán de conseguir el objetivo del día. La meta es la producción de bienes y servicios para el bienestar de todos y todas. La meta es la felicidad y confort del nosotros sin la presencia del ustedes, es decir, incluir para no excluir.