Generar salud mental es tarea de todos. Fomentar un ambiente armonioso depende de nuestra actitud y, sobre todo, de cómo interpretamos los nuevos escenarios que surgen en esta coyuntura. Si nuestra actitud es positiva, los problemas que surjan, producto de los últimos cambios y la incertidumbre, podrán tener mejores decisiones como resultado.

Ser capaces de autorregular nuestra conducta para servir de modelo a nuestros hijos y demás miembros de la familia, no es tarea sencilla. Impone una serie de retos que implican, en su mayoría, la conquista de nuestro interior. Es necesario ser capaces de manejar la intensidad de nuestras emociones a través de un auto diálogo funcional, que permita que nuestra respuesta conductual se ajuste a la realidad sin causarnos problemas o fricciones en el hogar.

Promover la salud mental en casa implica agradecer la ayuda que recibimos, no juzgar el comportamiento de los demás sin procurar entender su situación, reconocer la importancia del apoyo de cada miembro de la familia, reconocerlos, aceptarse incondicionalmente (sí, con nuestros defectos y virtudes), a uno mismo y al otro.

Entre otras medidas de gran ayuda, podemos destacar la práctica de la escucha activa en el hogar, ser capaces de hablar abiertamente de nuestras emociones sin temor a ser juzgados, ser empáticos con las necesidades del resto, entender la diferencia de edades y que, a cada uno, esta situación le impacta de manera distinta. No minimizar ni negar la emoción es preciso para mantener un ambiente armonioso en el hogar.

Aceptar es clave. Aceptar y alabar nuestras diferencias. Aceptar la coyuntura y los nuevos retos que nos genera el confinamiento y los beneficios que reporta para la unión de la familia nuclear. Aprender a vivir en aceptación es una de las tareas de esta pandemia. Si somos capaces de aprender de nuestras diferencias, saldremos fortalecidos. No solo como individuos, sino como comunidad.

Escuchar y, sobre todo, escucharse a sí mismo, se torna imperativo en este escenario. Dejar de pensar en el bienestar individual para priorizar el bienestar colectivo es otra de las grandes lecciones que trae consigo la pandemia.

Finalmente, aprender a abrazar y acompañar en el silencio y en la bulla permitirá fortalecer los lazos y sembrar recuerdos en la memoria de cada miembro de la familia. Alcanzar un óptimo nivel de unión familiar depende de nosotros, de cuidar nuestras reacciones, pensamientos y emociones.

Escrito por:

Ana Lorena Elguera Pajares

Directora de la carrera de Psicología de USIL. Licenciada en Psicología por la Universidad Inca Garcilaso de la Vega y magíster en Desarrollo Organizacional y Dirección de Personas por la Universidad del Pacífico.