Existen múltiples referencias a la inteligencia emocional y su aplicación a diferentes ámbitos de psicología, psicología clínica, organizacional, educativa, entre otras. Diversos estudios sugieren que la inteligencia emocional incrementa nuestra salud emocional y nos ayuda a rendir mejor en nuestra vida, ya sea en el trabajo, la vida familiar, con la pareja o los estudios. Sin embargo, muchas veces, para evitar conflictos en casa o en el trabajo, preferimos mantenernos en silencio ante diversas circunstancias, lo cual, posteriormente, nos puede generar problemas de salud, considerando a esta una entidad integral que abarca salud física, social y mental.
Muchas personas tienen gran dificultad al expresar sus emociones, no logran encontrar las palabras exactas o prefieren no expresar sus opiniones para no generar conflictos o represalias en su ámbito personal y profesional. Pero saber expresar nuestras emociones, verbalizarlas, brinda gran ayuda para mantenernos sanos, ya que lo que callamos se expresa a través de diversas dolencias físicas que podemos evitar si gestionamos nuestras emociones de manera óptima.
Reprimir no es necesariamente una opción correcta. Muchas veces es cuestión de elegir en qué momento conversar sobre aquello que nos aqueja. En tanto, mantenernos en silencio nos genera dolor emocional, que muchas veces empieza a manifestarse de manera física. Es en ese momento que surgen las enfermedades psicosomáticas tales como la gastritis, artritis, problemas gastrointestinales, dolencias a nivel músculo esquelético, migrañas, dolor crónico, enfermedades en la piel, enfermedades crónicas como la hipertensión, el asma, enfermedades cardiológicas, respiratorias, entre otras.
Saber en qué momento hablar y cuándo callar se vuelve imprescindible, a fin de que nuestra emoción no se vea puesta en peligro ni nos generemos consecuencias negativas por nuestro silencio. Ser asertivos es clave para encontrar la forma de comunicarnos de manera óptima con el mundo. Aprender a decir “No, no puedo, no quiero, no me gusta, me parece incorrecto” es necesario para lograr una convivencia basada en la confianza y la salud. Mientras, la represión de nuestras emociones nos ocasionará tensión en el cuello, músculos y columna vertebral.
Para lograr verbalizar nuestras emociones con éxito, podemos poner en práctica lo siguiente:
- Ser asertivos.
- Ser empáticos.
- Elegir el momento oportuno.
- Aprender a guardar silencio.
- Aprender a hablar con respeto.
- Especialmente, aprender a pensar en el bienestar común, en el desarrollo de la comunidad (familiar, social o profesional) para alcanzar una convivencia basada en la comunicación, el respeto mutuo y el amor por el prójimo.
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