En el último CADE 2014 celebrado en Paracas, la mesa más elogiada por los asistentes, empresarios y ejecutivos de las principales empresas, y la que recibió el aplauso más contundente de la sala, fue la del Sector Educación y en especial la presentación del ministro Jaime Saavedra. Esto, de por sí, es algo que debe destacarse, porque muestra la importancia y la enorme preocupación que despierta el rumbo de la educación peruana en la comunidad empresarial de nuestro país. Sin embargo, si queremos cambios reales, esta preocupación tiene que plasmarse en un compromiso efectivo del sector privado con la mejora de la calidad educativa del Perú.
Todos tenemos claro que para seguir creciendo como país y potenciar el actual modelo económico exitoso es fundamental aumentar la productividad, invertir en innovación y sobretodo, dar el gran salto a una educación de calidad. En la senda de promover un mayor compromiso del sector privado hace unos años se fundó la Federación de Instituciones Privadas de Educación Superior (FIPES), con el objeto de promover la iniciativa privada y una educación competitiva en función a estándares internacionales.
Este año 2014 ha sido un año de grandes cambios para el sector. El gobierno promulgó una nueva Ley Universitaria, que busca promover la calidad en la educación superior, lo cual era necesario y es celebrado por los que consideramos que la educación es clave para el desarrollo. Con todo, queda pendiente la consolidación de la Superintendencia Nacional de Educación Universitaria (SUNEDU) y la reorganización efectiva del Sistema Nacional de Evaluación, Acreditación y Certificación de la Calidad Educativa (SINEACE). Es necesario que la conformación de estas instituciones tutelares de la calidad educativa permita la inclusión de profesionales destacados del sector, nacionales y extranjeros, comprometidos con el objetivo de reforma del gobierno y con la necesaria visión plural alejada de dogmas y prejuicios que a veces se yerguen en contra de la educación privada. La Constitución y la ley contemplan distintos modelos de universidades y estas deben ser evaluadas por sus resultados, por su enfoque en la innovación, por su compromiso con la acreditación, por su posición en los rankings nacionales e internacionales, y no sólo de manera dogmática, como algunos pretenden, atacando la estructura societaria de algunas instituciones líderes del saber superior.
Los esfuerzos reformistas con solidez técnica y respaldo institucional deben ser apoyados por todos los stakeholders involucrados. En la Universidad San Ignacio de Loyola (USIL) compartimos el objetivo de promover la calidad en la educación superior y por eso buscamos formar jóvenes emprendedores con una visión global. Nuestro compromiso con la globalización nos lleva a forjar alianzas estratégicas con programas internacionales como los de la University of Houston o el London School of Economics. El compromiso con la inclusión, que es una característica que debe ser transversal a todo el sistema, nos animó a desarrollar un sistema de financiamiento con el apoyo del BID, creando así el primer fondo de garantías para préstamos estudiantiles, que permite a jóvenes talentosos financiar su educación superior, como sucede en otras partes del mundo. Pero esto es sólo el comienzo y una muestra de lo que es capaz de realizar la educación privada comprometida con el país. Hay todo un mundo por conquistar en el ámbito de la relación entre universidad y empresa, y los futuros esfuerzos conjuntos que se realicen entre lo público y lo privado tienen que tener en cuenta los grandes desafíos de nuestra compleja realidad nacional. Existe una gran diferencia entre educar con la colaboración del sector privado y aspirar a establecer un monopolio de lo público.
Homologar la educación peruana con la del primer mundo pasa por la implementación de una hoja de ruta realista, pragmática, tailor-made. El aporte del sector privado es fundamental para fomentar la competitividad. Estamos seguros que, con el apoyo de la empresa privada, los avances en el sector educación se consolidarán, ya que estamos ante un reto estratégico para el país, un reto que supera la actual coyuntura política. En esa línea, estamos convencidos que en el próximo CADE 2015, la presentación del sector educación y del Ministro serán nuevamente las más aplaudidas por todos, porque en la educación, no nos engañemos, se juega el futuro de nuestro país.
Fuente: Diario Gestión / Economía / Pag. 17 / 31-12-2014
Ver artículo