A la par es necesario contar con una infraestructura adecuada y equipos de última generación. Por esa razón, la Universidad San Ignacio de Loyola (USIL) invirtió el año pasado en cuatro nuevos laboratorios de ingeniería Civil que permitirán por ejemplo, caracterizar suelos cohesivos que ayuden a identificar si lugares como La Molina, Lurín o Pachacámac pueden soportar edificios de muchos pisos y de no ser así como remediarlo.
El ingeniero Andrés Sotil, director de la carrera de Ingeniería Civil de la USIL, sostiene que esta institución educativa reorientó la carrera gracias a los becarios del programa Beca18.
“Ellos (alrededor de 600 en la carrera) nos contaban que sus zonas llegaban profesionales bien remunerados que en lugar de mejorar sus problemas de agua, electrificación y otros, lo agravaban” ¿La razón? El desconocimiento del lugar, que hacía que llevaran proyectos efectivos para otras realidades.
Fuente: El Comercio / Suple. Educación Total / Pág. 32-33 / 23-01-2017