Rafael Diego Pérez Collantes Profesor de pregrado a tiempo parcial de la Universidad San Ignacio de Loyola. 

La pandemia del COVID-19 generó cambios en nuestra forma tradicional de enseñanza en donde la presencialidad era un factor muy importante. No todas las universidades estaban preparadas para asumir dicho cambio. Las universidades privadas como la USIL rápidamente se adaptaron a esta forma de enseñanza virtual dado que tenían toda la logística, tecnología apropiada y docentes que asumieron el reto.

Esta forma de enseñanza virtual requería capacitación permanente en sus docentes, ya que ahora no podías comunicarte directamente con tu estudiante. Ese contacto directo ya no se daba, se requería romper paradigmas. En la presencialidad el establecer contacto con tus estudiantes requería experiencia para engancharlos con tus clases y se motiven en el curso y se cumplan los objetivos trazados. En las clases virtuales la situación era en un principio preocupante, ya que podías dictar tu clase y creer que te habían entendido porque solo algunos estudiantes respondían, ¿y el resto?

Muchos factores jugaban en contra: la conexión de internet del estudiante, del docente, la disposición de los estudiantes a encender sus cámaras. El encender la cámara ralentizaba la conexión a internet, había que buscar la forma de superar todos estos obstáculos. En muchos casos, las universidades facilitaron los componentes tecnológicos como los chips de datos y otros.

El docente tenía ahora la misión de centrarse en que sus estudiantes asimilen los contenidos del sílabo. En una de las capacitaciones que se dio sobre las aulas invertidas encontré la forma de conectar con mis estudiantes en las clases de física general. Empecé a enseñar con esta metodología: 

1) Antes de la clase. Publicaba vídeos cortos de no más de 10 minutos de duración sobre un tema del sílabo de física antes de la clase para que pudieran los estudiantes revisarlos fuera del aula. 

2) Vídeo motivador. Durante la clase iniciábamos con un vídeo motivador sobre experimentos del tema a tratar y a continuación les pedía a mis estudiantes que preguntaran sus dudas sobre el vídeo que acababan de ver relacionándolo con el visto fuera del aula. De esta forma creaba un ambiente de estudio, aprovechándolo para seguir desarrollando el tema. 

3) Cierre de la clase. Cerraba la clase con algunas preguntas para cerciorarme que lo principal se había aprendido. 

4)  Después de la clase. Publicaba una actividad como solución de ejercicios después de la clase para que pudieran aplicar lo aprendido en clase. 

Finalmente, debemos seguir brindando las clases virtuales independientemente de que se supere la pandemia, ya que se puede masificar la educación haciéndola inclusiva y llegar a sitios donde antes era difícil. Todo el esfuerzo desplegado por los docentes en mejorar su metodología de enseñanza que no resulte en vano. Debemos combinar la presencialidad con las clases virtuales con el objetivo de mejorar la calidad de la educación peruana y que llegue a todos.