El reto que tienen las organizaciones por delante es cómo gestionar y compatibilizar la reputación del CEO o del líder, buena o mala, con la reputación de la compañía que dirige; porque hay compañías con mejor reputación que sus CEO y al revés, hay CEO con una reputación por encima de las empresas que dirigen.

A finales del siglo pasado, Tom Peters, el gurú provocador, puso de moda un término viejo, marca personal, y marca y reputación siempre han sido conceptos complementarios y con numerosas cosas en común. ¿Quién tenía más y mejor reputación Henry Ford o Ford Motor Company?, ¿Steve Jobs o Apple?,¿Messi o el Barça? En la época actual, con multitud de plataformas de comunicación y redes sociales, las posibilidades de tener y potenciar una marca personal son muchas y hay CEO, claro, que lo explotan. El problema viene cuando marca personal y marca corporativa no están sincronizadas, no se complementan y no se aportan valor mutuamente. La marca del CEO va por un lado y el perfil reputacional de la compañía por otro.

Cada vez, los clientes, trabajadores y accionistas valoran más el comportamiento ético y responsable de las compañías, no puede haber modelos de negocio sostenibles en sociedades que no sean sostenibles; pero tampoco, nos atrevemos a afirmar, puede haber compañías responsables dirigidas por un CEO sin un comportamiento y proceder ético. Las malas prácticas de los directivos afectan, y mucho, a la reputación de sus compañías y no queremos señalar a nadie, pero seguro que todos estamos pensando en la misma compañía.

Que las compañías puedan prever los riegos reputacionales en los que está incurriendo el CEO y en qué medida pueden contaminar a la reputación de la compañía, sobre qué públicos de interés tienen que actuar para crear y potenciar el perfil del CEO, en que valores y variables destaca el CEO y cuáles son sus principales debilidades es el objetivo que nos marcamos, ya digo, y para eso ponemos a disposición de las compañías métricas e información. Métricas e información que aporten valor y que contribuyan y ayuden a incrementar y poner en valor su activo más preciado, sus intangibles, su reputación en definitiva.

Créditos: Miguel Solano, docente de Maestría de la USIL International Business School

Fuente: Gestión