Un análisis de los efectos inmediatos de la pandemia ocasionada por el coronavirus SARS-CoV-2 en la educación superior universitaria en el mundo arroja que, para los estudiantes, el impacto inmediato es el cese temporal de las actividades presenciales de las instituciones y para los profesores, las exigencias derivadas de la continuidad bajo la modalidad virtual y el cese de muchos contratos, un impacto que también afecta a los trabajadores de servicio y de apoyo a la docencia.

En el caso europeo, se ha concretado el gradual regreso a clases, aunque no a la normalidad. Solo en julio, el 67 % de los países de la Unión Europea y Reino Unido reabrieron colegios y universidades. Esta quincena de setiembre, hacen lo propio España, Italia y otros países rezagados.

De modo general, las instituciones universitarias centran sus estrategias en las medidas de protección higiénico-sanitarias, el ajuste de los calendarios, la normativa de las complejas condiciones que se suscitan ante posibles rebrotes, la atención del estrés académico potenciado por la incertidumbre de contagio, la continuidad de las actividades docentes y la contribución a las investigaciones científicas para el desarrollo de vacunas contra el coronavirus.

El análisis de las respuestas de las universidades europeas ante las medidas de confinamiento permite distinguir que, para las condiciones de nuestro país, es necesario que las instituciones universitarias se anticipen a una suspensión que se avizora de larga duración. La mencionada anticipación deberá asegurar la continuidad de la formación de profesionales peruanos a partir de la creación de mecanismos que garanticen la equidad e igualdad de oportunidades para todos los estudiantes, sobre todo para aquellos que no cuentan con los recursos tecnológicos para la educación a distancia. La condición tecnológica no puede erigirse como una limitante de soñar un futuro a nuestros estudiantes. Recordemos que las instituciones educativas tenemos, ante todo, la responsabilidad de dar perspectiva a la vida de los educandos. Sin perspectiva, no hay esfuerzo; sin perspectiva, no hay futuro.

Otro aspecto necesario en la universidad será diagnosticar y rediseñar los modelos educativos para garantizar las respuestas ante los procesos pedagógicos y su virtualización, así como ofrecer todas las alternativas que permitan el desarrollo de la calidad educativa, no dejando a un lado la documentación de las actuales acciones en estos contextos de pandemia. Todo esto implica una reflexión seria en torno al modelo de enseñar y aprender que se ha desarrollado y que la crisis mundial generada obliga a transformar.

Fuentes de investigación:

Escrito por:

Dr. Alejandro Cruzata Martínez / Mg. Patricia Cateriano Cappellin
Director académico de la Facultad de Educación de la USIL. Doctor en Ciencias Pedagógicas. Magíster en Didáctica, docente con más de 30 años de experiencia. Investigador Renacyt.