La representante de la FAO en Perú, quien participará en el Congreso Gastronómico organizado por la USIL este 17 de junio, advierte que si bien el sector agroalimentario ha crecido, hay miles de personas que han variado su dieta debido al impacto económico de la pandemia.
“Creo que comer de manera saludable no es un tema menor. Creo que comer de manera saludable es el mejor aliado que puede tener un país en temas de salud pública”, dice Mariana Escobar, representante en el Perú de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Su visión es que se debe articular tanto al sector agrícola, especialmente a los pequeños productores, con un sistema más grande que beneficia tanto a los restaurantes, a los consumidores y al sector de la salud.
“La buena alimentación previene unos costos exorbitantes al sector de la salud, ya que evita que haya pacientes con enfermedades crónicas que son originadas por una dieta poco nutritiva y balanceada”, explica Escobar antes de señalar el importante rol que puede jugar la industria gastronómica. “Es un actor -la industria gastronómica- llamado a promover un cambio importante en materia de cómo transformar los sistemas alimentarios. Creo que está en posibilidad de promover dietas saludables, variadas y acortar los circuitos de mercado”, apunta.
La economía y las cocinas
Escobar informa que el sector agroalimentario ha tenido un comportamiento económico positivo si se le compara con otros sectores de la economía. Y es algo que no solo ha sucedido en el Perú sino también en la región, donde se ha aumentado un 6% durante el primer semestre del año pasado. No obstante, sostiene que el verdadero riesgo y la mayor preocupación se registra no en la visión macro del sector, sino en la micro. “Observamos que hay dos partes de la cadena de los sistemas agroalimentarios que han sufrido mucho el impacto de la pandemia. Por un lado, hay un universo importante de pequeños productores, que estructuradamente ya venían siendo excluidos de los sistemas agroalimentarios, para los que se les hacía muy difícil conectar sus productos con los mercados y esto se agudizó por aumento en los precios de los fertilizantes y la disrupción en los traslados. Y por otro lado, también se ha golpeado a los consumidores en situación de vulnerabilidad y no me refiero solo a los que se encuentran en pobreza o pobreza extrema, sino también a los que estaban flotando sobre la línea de la clase media y que con la pandemia perdieron su empleo y volvieron a situación de pobreza”, asevera.
Asimismo, la representante de la FAO en el Perú resalta que hay otro peligro que tiene que ver con los nuevos hábitos de consumo alimenticio que están adoptando algunos sectores de la población. “La alimentación nutritiva y saludable es una dieta costosa y lo que vemos es un aumento constante y preocupante de dietas energéticamente deficientes. Es decir, que sacian el hambre y dan un mínimo energético a las personas para seguir durante el día, pero que no son nutritivas y saludables. Allí tenemos dos problemas. Por un lado esto genera desnutrición, pero también va asociado a la ola creciente de obesidad y sobrepeso, que afecta a la mitad de la población de América Latina y el Caribe. Esto es bien complejo, porque el sector agroalimentario sigue aportando a la economía, pero hay unos eslabones en la cadena del sistema alimentario que están por fuera”, agrega la experta que este jueves 17 de junio participará en el “I Congreso de Gastronomía: Innovación sostenible en el ecosistema gastronómico” organizado por la Facultad de Administración Hotelera, Turismo y Gastronomía de la Universidad San Ignacio de Loyola.
Acciones y decisiones
La industria de los alimentos y bebidas tuvo que acatar la colocación de octógonos en sus envases para advertir a los consumidores acerca de sus valores nutricionales. Con esto se buscaba que las personas tomaran mejores decisiones sobre su alimentación. No obstante, para Mariana Escobar esa medida no es suficiente. “El etiquetado frontal tiene impactos importantes en las decisiones del consumidor, por supuesto. Hay además de eso, iniciativas en América Latina de gravar las bebidas azucaradas, por ejemplo. Es un tema complejo, yo creo que con la etiqueta frontal no es suficiente y creo que hay que combinarlo con otras medidas. Pero siempre lo más importante va a ser la educación del consumidor para que tenga elecciones, para que pueda elegir de manera mucho más inteligente frente a su alimentación. Y también creo que eventualmente hay empresas que están buscando otro tipo de soluciones porque entienden que los consumidores cada vez se educan más sobre sus hábitos alimenticios”, concluye.