Elisa Guerra Cruz, especialista en procesos de enseñanza-aprendizaje, dijo que, si la pedagogía no es buena, la tecnología no la va a mejorar
El conocimiento sigue y seguirá siendo relevante, no desde un modo memorístico, pero sí para discernir si la respuesta que nos da la computadora tiene sentido, o discernir si la información que recibimos es verdadera o no, destacó Elisa Guerra Cruz, especialista en procesos de enseñanza-aprendizaje.
La también ganadora del premio Alas BID 2015 en la categoría mejor educadora en América Latina y el Caribe hizo estas afirmaciones durante la conferencia magistral “La revolución de la enseñanza en el nuevo contexto”, organizada por la Universidad San Ignacio de Loyola.
Sobre la educación en esta época de pandemia, Guerra comentó que los costos educativos son resaltantes y se reflejan, por ejemplo, en la incuantificable pérdida del aprendizaje logrado y el cambio en los hábitos de estudio.
A pesar de estos inconvenientes, la docente mexicana señaló que la pandemia nos deja nueve lecciones relacionadas con el alumno, el docente, el centro de estudios y las herramientas a utilizar en el aprendizaje.
Entre ellas, mencionó que la tecnología todavía no puede sustituir a los maestros; que, si la pedagogía no es buena, la tecnología no la va a mejorar; que no es lo mismo aprendizaje a distancia que distribución de contenidos; y que necesitamos repensar nuestros currículos y pedagogía.
Asimismo, explicó que el niño promedio no existe; que necesitamos eliminar el antagonismo entre la casa y la escuela; que los maestros son ingenieros pedagógicos; la innovación requiere de una cultura colaborativa; y que necesitamos humildad para reconocer nuestras limitaciones, porque solo así abriremos las puertas para la innovación.
Dijo que tras la pandemia la OCDE ha establecido cuatro posibles escenarios: la escuela extendida, outsourcing educativo, hubs de aprendizaje y aprendizaje sobre la marcha.
Sobre el primer escenario, indicó que la participación en la escolarización formal se seguirá expandiendo, los avances tecnológicos y la colaboración internacional favorecerán la individualización del aprendizaje, y la estructura y procesos se conservarán.
En el segundo, dijo que se rompen los sistemas tradicionales conforme la sociedad se involucra más directamente en la educación; y que el aprendizaje se diversifica, flexibiliza y privatiza, con la tecnología como factor clave.
En cuanto a los hubs de aprendizaje, comentó que las escuelas permanecen, pero imperan la experimentación y diversificación. Los muros de las escuelas se abren para conectarse con la comunidad, favoreciendo formas cambiantes de aprendizaje, involucramiento civil e innovación social.
En el cuarto escenario, explicó que el aprendizaje sucede todo tiempo y en cualquier parte, y que las distinciones entre educación formal e informal se vuelven inválidas, mientras que la sociedad se vuelca por completo al poder de la tecnología.
Finalmente, advirtió que, sin importar que escenario se nos presente tras la pandemia, los alumnos necesitarán autogestionar su propio aprendizaje, manejar la tecnología, dominar diferentes idiomas y hablar en público; mientras que lo docentes requerirán autogestión, pedagogía y humildad.