Por Luis Santillán, coordinador académico de la carrera de Ingeniería Ambiental de USIL.
La emisión de gases de efecto invernadero no es solo atribuible a la actividad de motores vehiculares o a la actividad industrial. Cuando hablamos al respecto, también hacemos referencia indirecta al carbono, elemento químico esencial para el desarrollo de la vida.
El carbono no se encuentra en forma atmosférica, sino asociado a oxígeno e hidrógeno, formando dos moléculas muy relacionadas con las actividades biológicas: nos referimos al dióxido de carbono (CO2) y el metano (CH4). El CO2 es esencial para uno de los procesos primordiales en la naturaleza, la fotosíntesis; mientras que el CH4 se genera producto de la descomposición orgánica. Pero, así como mantienen relación con procesos esenciales para la vida, también tienen una implicancia en el calentamiento global al tener un gran efecto de invernadero en la atmósfera. Además del dióxido de carbono y el metano, el vapor de agua (H2O), el óxido nitroso (N2O) y el ozono (O3) son considerados gases de efecto invernadero.
La huella de carbono
La herramienta para medir el impacto de los gases de efecto invernadero producidos por nuestras actividades se llama huella de carbono, que implica analizar a detalle nuestras actividades, o las que realizan las empresas e instituciones, y registrar las emisiones que producen. Muchas empresas han aplicado esta herramienta para identificar y gestionar los niveles de contaminación en sus diferentes procesos productivos buscando metas propias de reducción de manera voluntaria.
El reglamento de la Ley Marco sobre Cambio Climático, Ley 30754, aprobada por D.S. N ° 013-2019-MINAM, establece el Sistema para el Monitoreo de las Medidas de Adaptación y Mitigación al Cambio Climático, entre las cuales destaca el funcionamiento de la herramienta Huella de Carbono Perú (HC-Perú). Esta es promovida por el Ministerio del Ambiente, es digital, gratuita y de carácter voluntario para incentivar la medición de gases de efecto invernadero para organizaciones públicas y privadas con el objetivo de que reduzcan sus emisiones de gases invernadero, y así contribuyan a una gestión integral del cambio climático.
El compromiso de USIL
La formación de nuevos profesionales es un rol que implica más que impartir conocimientos de ciencia o tecnología en una u otra materia. También es prioridad la formación de consciencia, en este caso, de consciencia ambiental. Esto es resaltante al recordar que nuestro país es uno de los más ricos del mundo en biodiversidad, recursos y ecosistemas naturales.
En USIL estamos comprometidos con el cuidado del medio ambiente. Así, desde que asumimos el reto de identificar y cuantificar el impacto de actividades mediante la medición de huella de carbono en HC-Perú, pusimos en evidencia nuestro compromiso con el alumnado, conformado por generaciones con mayor consciencia ambiental, así como nuestro compromiso con el Perú y el mundo.
Es necesario desarrollar las actividades en un marco de absoluta sostenibilidad. Por ello, en USIL apostamos en la formación de profesionales con visión de desarrollo sostenible, donde el aspecto económico, el social y el ambiental tienen la misma ponderación.
Alentamos a nuestros alumnos, colaboradores, al resto de instituciones educativas y al sector productivo del país a evaluar su impacto en el ambiente. Desde un aspecto personal, hasta uno institucional, estoy seguro de que encontraremos que varias de nuestras actividades son altamente impactantes, incluso si las vemos desde el análisis individual. Surgirán muchas oportunidades para implementar cambios que nos ayudarán a mejorar las condiciones de habitabilidad de nuestro planeta, la Tierra. Finalmente, no es solo por ella, es por nosotros, pues esta podrá regularse con sus procesos naturales de mediano y largo plazo, pero la especie humana no.