Por: Dr. Juan Arroyo
Cuentan los historiadores de la medicina que antes de que Pasteur descubriera en 1848 la primera bacteria, y luego Koch en 1882, el bacilo causante de la tuberculosis, se venía desarrollando un amplio movimiento higienista entre los profesionales de salud y las autoridades sanitarias de Europa. Hoy, en medio de la pavorosa pandemia global del Covid-19, lo deseable es que la nueva normalidad post pandemia tenga una fuerte huella de este higienismo.
¿En qué consistió la escuela higienista en la historia de la salud pública? Fue la corriente salubrista que primó en la primera mitad del siglo XIX cuando toda una generación de grandes médicos y flamantes epidemiólogos centraron sus estudios en las magras condiciones de vida en las ciudades, que hacían propicio el contagio de las enfermedades. Las ciudades de entonces no tenían servicios de agua y saneamiento, ni buena iluminación, ni servicios de limpieza pública, ni veredas ni parques y jardines reglamentados, ni viviendas adecuadas para la mayoría. Y todo ello traía constantes epidemias.
En ese contexto John Snow, médico de la corona británica, hacia 1830 vinculó el origen del cólera en Londres con la ausencia de servicios de agua y saneamiento y la contaminación del Támesis, haciendo uno de los primeros mapas epidemiológicos de focos infecciosos. Esto mientras Villermé, en Francia, abogaba contra el hacinamiento en las cárceles y las fábricas como causantes de dolencias, dejándonos su célebre Tableau de la Condición Física y Moral de los Trabajadores Empleados en las Fábricas de Algodón, Lana y Seda. Más allá, en Alemania, Johan Peter Frank, considerado el padre de la salud pública, dejaba un tratado completo de lo que denominó “policía médica”, sobre las relaciones entre el Estado, las ciencias de la salud y la población, estableciendo que “muchas de estas enfermedades podrían ser eliminadas a través de medidas gubernamentales” (Frank, 1948).
Todos ellos, y muchos más, seguían desarrollando una genealogía conceptual sobre la salud y la enfermedad que se remontaba en la antigüedad a Aristóteles y su defensa de la prudencia como virtud central; que pasó después por Galeno en el siglo II D.C., para el cual fueron muy importantes los hábitos saludables, que luego serían retomadas por los higienistas del siglo XIX y en nuestros tiempos por la Comisión de Determinantes de la Organización Mundial de la Salud a partir del 2005.
La nueva normalidad de los tiempos post pandemia no debe ser similar a la vieja normalidad que nos llevó a tantos problemas. El higienismo recomendaba reglas esenciales para una larga vida: vivir y comer con prudencia, tener un hábitat ventilado y con luz, guardar la limpieza del cuerpo y de las cosas que nos rodean. Al final son eso la mascarilla, el lavado de manos y la distancia social. La nueva convivencia deberá recuperar este higienismo y la salubridad pública en nuevos formatos de habitabilidad. Ciudades sanas son ciudades con parques y jardines, servicios de saneamiento universales, transporte cómodo, edificios seguros, viviendas más amplias, pistas sin baches, con circulación segura para sus habitantes, en convivencia con sus entornos rurales, de los cuales se alimenta.
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- Frank, J.P. (1948). Biography of Dr. Johann Peter Frank, written by himself. Traducción Georg Rosen. Journal of the History of Medicine 1948, pp. 11-46.
- Sigerist, H. (1981). La Higiene de Galeno. En: Hitos en la Historia de la Salud Pública. México: Siglo XXI editores, pp. 13-34