Violeta Gonzales Agama
Aparece vía Zoom, como una astronauta, vestida con overol blanco, tapaboca, lentes, protector facial, totalmente cubierta. “Estoy en línea, profesora”, se anuncia. Es Diana, una estudiante, contactándose desde el hospital. “Quiero seguir estudiando, no quiero perder el semestre, estoy aquí cuidando a mi esposo que está en UCI desde hace más de 20 días”, manifiesta con voz entrecortada. Recuerda su gran motivación por continuar estudiando, pero también aquejada por el dolor que le causa la salud resquebrajada de su esposo al que, días antes de caer enfermo, fue despedido de la empresa donde laboraba.
Llega a mi Whatssapp la foto de Julio y un mensaje: “Profesora, estoy mal. Ojalá Dios me salve”. Visualizo la foto: retrata a Julio entubado a un balón de oxígeno con el conmovedor mensaje. Dos hechos que son parte de nuestra vida cotidiana en estos días
El reconocimiento y toma de conciencia que vivimos en tiempos de pandemia constituye la piedra angular para entender no solo los cambios a nivel de la economía, la producción, la salud, sino, sobre todo, comprender cómo se afecta el proceso educativo a nivel personal y social. Pero estos cambios tienen en uno y otro caso su expresión concreta peculiar, en cada familia y en cada personalidad. Allí donde la COVID-19 no ha llegado aún estamos aparentemente ante un ritmo de desarrollo normal. Sin embargo, es importante tener en cuenta que estas se dan dentro de un contexto de crisis sanitaria. Habrá entonces que preguntarnos: ¿es lo mismo estudiar en tiempos de pandemia y sin pandemia?, ¿se podrá lograr los aprendizajes con la educación virtual?, ¿cuál será el rol docente en el aprendizaje en línea?
El sistema de educación virtual, en tiempos de pandemia, no es solo una construcción teórica emergente, sino que constituye un hecho real de la práctica pedagógica que se está erigiendo en el día a día con el gran aporte de organizaciones educativas públicas y privadas, así como, con la participación activa del docente de educación inicial hasta el docente de educación superior. Al respecto, tanto en el análisis teórico como en la práctica de esta nueva pedagogía, se cuenta con estudios e innovadoras propuestas como la de Suárez (2008), que reconoce a las nuevas tecnologías de la información y la comunicación como un nuevo estadio instrumental para el desarrollo de la interacción social y educativa. Valora las posibilidades abiertas por la comunicación virtual promovida por internet, como agentes de mediación en los procesos de aprendizaje basados en la relación persona-máquina-persona. Así resalta el aporte de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación en la interacción cooperativa para el aprendizaje.
En este contexto, señala Siemens (2003), el rol del educador es crear ecologías de aprendizaje, dar forma a comunidades y liberar al interior del medio ambiente a quienes han aprendido. De esta manera, se asegura la reproducción del conocimiento a través de la interacción de las fuentes de información.
En este sentido, se puede extraer dos reflexiones importantes con respecto al tema que nos interesa. La primera es que, si bien la pandemia ha trastocada en todos los aspectos nuestra vida habitual, ha generado también condiciones educativas para nuevos aprendizajes. La segunda es que el proceso educativo actual exige alternativas de solución inmediata, coyuntura que nos permitirá validar propuestas, pero también nos abre nuevas perspectivas de desarrollo y grandes retos en el ámbito de la educación.