El posicionamiento internacional del Perú viene configurándose de manera sostenida y coherente a través de distintos gobiernos.
En los 90’, el Perú se reinserta en el mundo económico y financiero y se incorpora al APEC, teniendo, a partir de entonces, una especial relación con las 21 economías del Asia Pacífico.
En el nuevo milenio se firma el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos. Los TLC, firmados con 53 países, están hoy incorporados a la política y realidad económica de un país que decidió mirar al exterior y no temer a la competencia internacional.
En 2011 se crea la Alianza del Pacífico, un exitoso mecanismo de integración conformado por Chile, Colombia, México y Perú, países con una visión de desarrollo, basada en la democracia y el libre comercio. La eficacia de la AP ha generado que haya 49 países observadores, muchos de ellos los más desarrollados del mundo.
El Acuerdo Multipartes (2013) y el Acuerdo de Exención del visado Schengen, permiten el libre comercio y una mayor interrelación social, humana, empresarial con la Unión Europea.
La OCDE acordó en 2014 invitarnos a participar en el “Programa País”, un mecanismo destinado a apoyar a los países comprometidos con la democracia y el estado de derecho, a lograr políticas públicas con altos estándares y prácticas institucionales.
Lo sustancial es destacar que los mecanismos de integración y organizaciones internacionales a los que el Perú pertenece o aspira a pertenecer en un futuro, no son un fin en sí mismos. Son instrumentos que definen el posicionamiento internacional del Perú, el proyecto de desarrollo por el que nuestro país ha optado.
Nuestro avance como país emergente hacia el desarrollo debe continuar siendo pragmático. Sin embargo, ese pragmatismo no impide que nuestro posicionamiento internacional y la imagen que transmitamos al mundo estén claramente definidos.
Esta definición está basada en dos elementos esenciales: el respeto por los valores republicanos y la institucionalidad democrática, por un lado; y la economía de mercado, y el libre comercio, por el otro.
En otras palabras, si bien el Perú debe abrirse al mundo sin limitaciones ni dogmas, nuestra identidad y sentido de pertenencia debe estar ubicado con los países que concuerdan no solo en nuestro proyecto de desarrollo económico, sino con quienes compartimos también valores humanos y principios de carácter político y social.