En tiempos de COVID-19, nuestras vidas han dado un giro inesperado que nos invita a cambiar nuestra forma de pensar, actuar y reaccionar. Es una de las peores situaciones a nivel mundial, pero ha hecho sacar lo mejor de nosotros y de todas las organizaciones, países, estados, comunidades e industrias.
Con el respiro de estos días, comparto algunas frases y mensajes tomados de libros, que me han ayudado mucho a reflexionar sobre la gestión de cambios, cuán importante es no resistirse a él, ser resilientes y, sobre todo, adaptarnos a las nuevas circunstancias, a lo que cotidianamente hacíamos. Ya nada es igual.
En el libro “La cultura Google”, Larry Page, cofundador de Google, expresa: “Siempre escuchas la frase: ‘El dinero no compra la felicidad’, siempre pensé que mucho dinero compraría mucha felicidad, pero en verdad no es cierto”. Esta frase es cierta: miremos la actualidad, ni con todo el dinero del mundo, ni el país más poderoso, ha logrado contener que se pierdan más vidas con el contagio del COVID-19. El dinero resulta importante, sí, porque hoy más que nunca que estamos aislados en casa, necesitamos servicios (agua, luz, teléfono, internet, desagüe, etc.), además de alimentos y medicinas.
No digo que sea fácil esta eventualidad que nadie esperaba, pero la situación nos demuestra que ha sacado lo mejor de cada persona: el que no sabía cocinar, ahora sabe; al que no le gustaba usar la tecnología como mis padres (setenteros), encontró en el uso del WhatsApp la forma de comunicación con sus hijos, sus nietos y, así, contagiaron a sus hermanos.
No quise hablar de ingeniería dura, sino de una visión más humana de la ingeniería. Esa visión que socializo con vosotros, alumnos y futuros de USIL. Reitero, siempre surgen cambios en nuestra vida, fuertes, tristes, alegres, con sentido y sin sentido. Este COVID-19 no solo ha traído miseria, muerte, pérdida económica, entre otros. Todo lo malo que podamos enumerar. Pero también hemos sacado lo mejor para que al retorno haya un cambio. En las dificultades yace la oportunidad. Oportunidades que quizás no volverán, pero atesoraremos estos recuerdos.
En su preparación educativa también han surgido cambios: de un aula presencial, donde sentados interactuaban con el docente, observábamos la resolución de una ecuación, entendíamos la demostración de una fórmula, atendíamos las presentaciones en Power Point, Canvas y otras plataformas. Ahora lo hacemos en videos de Youtube, en plataformas como Zoom, Webex, Google Classroom, Blackboard Collaborate, entre otras, que nos permiten seguir en contacto con vosotros. Detrás de cada sesión, continua la preocupación del docente en la elaboración de su clase, de cómo poder ayudarlos a entender, comprender, pensar, buscando la colaboración y cooperación de ustedes.
Sabemos que no todos tenemos las mismas posibilidades, pero los que tenemos esa oportunidad, apoyemos a los que no la tienen. Situaciones complicadas nos hacen pensar que en Ingeniería debemos apostar por las obras que resuelvan problemas, continuar realizando obras de red de comunicaciones, y más en lugares alejados. Ahora nos percatamos de que necesitamos construir más respiradores mecánicos, diseñar más plataformas de educación virtual, más obras de infraestructura hospitalaria, más obras de infraestructura de telecomunicaciones y, también, más lugares para aquellos de los que nos tengamos que despedir por enfermedad y muerte; así como la evaluación del manejo de residuos desde los más peligrosos hasta los más comunes.
Existen diversas actividades que los ingenieros tenemos que realizar. Empecemos pensando, aprovechando este espacio de tiempo, de aire, para reflexionar. Empecemos por no resistirnos al cambio. ¡Que surja nuestra mejor actitud!
Para finalizar, comparto una frase de Sergey Brin: “Siento que hay una angustia existencial entre la gente joven. Yo no tuve eso. Ellos ven enormes montañas, mientras yo veía una pequeña colina que debía escalar”. Dedico esta expresión a todos ustedes, jóvenes y adolescentes, futuros constructores de un país sin epidemias.