El aumento de residuos sólidos o basura que producimos en el planeta se ha acelerado en estos últimos años de manera alarmante. Un estudio realizado recientemente por la organización británica y especialista en análisis de riesgo, Verishk Maplecroft, advierte que en el mundo se producen más de 2 100 millones de desechos cada año y tan solo el 16 % (323 millones de toneladas) de esa basura es reciclada.[1]
El escenario en nuestro país es también preocupante. De acuerdo con las cifras del Ministerio de Ambiente (Minam), al cierre del 2018 se producían más de 19 000 toneladas de basura al día.[2] La misma institución indica que solo se reutiliza un 1.9 % del total de lo que se genera.
Actualmente, en lugar de mejorar la gestión de residuos, se recurre a las prácticas informales de disposición de residuos en botaderos ilegales, lo que genera contaminantes como el gas metano (CH4) y otros gases tóxicos como dioxinas, que son emitidos a la atmósfera; y los lixiviados, que es una mezcla de agua con sustancias tóxicas que podrían contaminar las aguas subterráneas.
La optimización de la gestión de los residuos sólidos y la formación de profesionales en diferentes especialidades como ingeniería ambiental, agroindustrial, empresarial, entre otras, con una visión de producción sostenible, son un ejemplo de las acciones que se ponen en práctica en otros países para promover una adecuada educación ambiental.
La meta es que se generen soluciones innovadoras y sustentables, tanto en hogares como en instituciones públicas y privadas, que permitan de esta manera un manejo apropiado de los residuos sólidos.
Es importante destacar que la educación ambiental involucra el desarrollo de capacidades en diferentes ámbitos: individual (personas u hogares), organizacional (empresas o instituciones) e institucional (gobierno nacional o local).
Por este motivo, se deben emplear diversas estrategias para su incorporación y, al final del proceso, se logrará que las personas en casa o en el trabajo realicen acciones básicas como la separación adecuada de los residuos considerando el tipo y su valor.
Asimismo, las autoridades tendrán mejores ideas para gestionar sus residuos en las ciudades con iniciativas innovadoras como la implementación de la recolección separada de desechos para realizar un mejor reciclaje de materiales inorgánicos como papel, plástico, vidrio y metales; así como los residuos orgánicos a través del compostaje o producción de biogás a nivel semi industrial, entre otras.
De esta manera, la suma de las diferentes acciones permitirá reducir la cantidad de residuos a disponer en rellenos sanitarios diseñados para ese fin, así como su impacto a la salud y el medio ambiente.
En ese sentido, es necesario hacer un llamado a la reflexión sobre las labores que estamos llevando a cabo como sociedad peruana para abordar esta problemática que nos afecta a todos.
Sin duda alguna, es una oportunidad
para que tanto las empresas como las sociedades civiles e instituciones puedan
evaluar las ventajas que tienen esas nuevas tendencias para optimizar sus
recursos y reducir los costos de su producción logística, pero, sobre todo, para
convertirlos en gestores de proyectos sostenibles y socialmente responsables.
[1]Estudio de análisis de riesgo de la crisis de residuos sólido, de Verishk Maplecroft.