Científicos fueron parte de la Expedición ANTAR XXIX, que se realizó del 19 enero al 29 de marzo de 2023.
La Antártida es el último rincón del planeta que se considera libre de la acción humana. Por esa razón, cualquier perturbación en su medioambiente es mucho mayor que en cualquier otra parte del mundo.
Esta inquietud llevó al biólogo Luis Santillán Corrales y a Gabriel de la Torre –investigadores de la USIL– a indagar la existencia de elementos contaminantes en el ambiente y su escalamiento en el ecosistema antártico.
Específicamente, buscan evaluar y medir la presencia de microplásticos en elementos bióticos y abióticos.
Ellos fueron parte de la Vigésimo Novena Campaña Científica del Perú a la Antártida (ANTAR XXIX), que ejecuta programas de investigación científica en coordinación con instituciones públicas, privadas y universidades del Perú.
Los investigadores concentraron su estudio en la bahía de Almirantazgo y en el glaciar Znosko y durante 24 días tomaron muestras de agua, sedimento y hielo, y recolectaron material biológico de pingüinos y focas.
“En estudios anteriores encontramos microplásticos en animales depredadores marinos y en animales de consumo humano”, señaló Santillán, al mismo tiempo que advierte que esto podría ser perjudicial para la salud de las personas que los consumen.
Los investigadores, integrantes del grupo de Investigación BIOMAS (Biodiversidad, Medio Ambiente y Sociedad) de la USIL, indicaron que existen estudios que estiman que una partícula generada en el continente Sudamericano demoraría entre 60 y 70 años en llegar a la Antártida.
“Considerando que la producción de plástico en el mundo se originó en los años 60-70, es posible que ya existan partículas contaminantes en la Antártida”, añaden.
Los equipos utilizados para la recolección de las muestras fueron una red manta, utilizada para encontrar microplásticos en agua; una draga Van Veen para tomar muestras de sedimentos del fondo marino; espátulas para tomar muestras de hielo y restos biológicos; binoculares, gps, entre otros.
Interés científico y económico
La importancia de estudiar la Antártida es porque si bien se encuentra en el extremo del planeta, no está aislada, por lo que cualquier situación puede magnificarse, señalan los investigadores.
El ejemplo de ello es lo que sucede con el glaciar Znosko, cercano a la base peruana donde se realizan los trabajos de investigación. “El año 2006 llegaba a la orilla del mar. Hoy, es un glacial que está completamente retirado, a unos 400 a 600 metros del mar”.
Otra de las razones para estudiar el continente antártico es que allí se origina la corriente fría de Humboldt, que hace que el mar peruano sea tan rico. Si no hay corriente fría, no habría producción pesquera en el país, que es nuestra segunda fuente de riqueza.
“Es importante que nos involucremos como país en la Antártida, porque no solo es una necesidad de investigación, de conocimiento, sino también hay una necesidad económica”, señaló Santillán.
Los trabajos se realizaban de día, porque las condiciones en la Antártida son extremas, recuerdan Santillán y De la Torre.
“Hubo momentos en que estábamos con temperaturas bajo cero, con nevadas intensas y vientos de 30 a 40 nudos que fácilmente tumban a las personas, lo que hacía imposible, incluso, ir al laboratorio”.
El dato
Perú forma parte del Tratado Antártico, como miembro consultivo, desde 1989. Cuenta con la estación científica Machu Picchu, ubicada en la bahía Almirantazgo, en la isla Rey Jorge, en el lado norte del continente.