Un clima de incertidumbre se instaló en Inglaterra luego que BBC de Londres detuviera su programación habitual para dar cobertura especial e ininterrumpida a la noticia del propio departamento de prensa de la Familia Real sobre el resquebrajamiento de la salud de la Reina Isabel II, quien dos días antes había sido vista por última vez en el Castillo del Balmoral en Escocia otorgando el encargo oficial de gobernar a la Primera Ministra Liz Truss, la décimo quinta en ocupar este cargo durante los 70 años de su reinado. Las fotografías publicadas sobre el acto protocolar mostraban su delicado estado de salud, del cual ya se tenía conocimiento desde el mes de febrero, cuando a partir de las secuelas de la SARS-CoV-2, tuvo que ausentarse en la Apertura del Parlamento y la Ceremonia de Acción de Gracias en la Catedral de St. Paul, eventos en los que fue representada por el Príncipe Carlos III, sucesor al trono.

El anuncio de su muerte se realizó a las 18.30 horas, siguiendo el estricto protocolo de la “Operación Puente de Londres” preparada hace 20 años y ensayada cada seis meses con el objetivo de no dejar ningún detalle de su funeral en el aire y, la “Operación Unicornio” que está diseñada para el traslado de sus restos hasta el Palacio de Holyrood en Edimburgo, donde se celebrará una misa en la Catedral de St. Giles, para que posteriormente el féretro sea transportado a través del Royal Train a la metrópoli londinense.

Desde que se dio a conocer su deceso, el Parlamento decretó “duelo real” hasta 7 días después del funeral, las banderas fueron colgadas a media asta, y las campanas de las iglesias empezaron a resonar. Es que no es para menos, la lealtad británica hacía la monarquía más antigua del mundo no tiene parangón, miles de ciudadanos se han trasladado hasta las puertas del Palacio de Buckingham para dar muestras de cariño y respeto a la figura de Isabel II, la reina más longeva que han tenido en su historia. Presente en eventos trascendentales para las relaciones internacionales, como la II Guerra Mundial, la Guerra Fría, el proceso descolonizador, la guerra de las Malvinas, la caída del Muro de Berlín, el desmantelamiento de la Unión Soviética, entre otros, su imagen perdurará no solo en su reino sino también en toda la Comunidad Internacional.

Muchos han sido los logros atribuidos a su Majestad, sin embargo, es pertinente recalcar su capacidad diplomática en la construcción de la Mancomunidad de Naciones, que fue creada con el objetivo de mantener cooperación política y económica con los países que comparten lazos históricos con Reino Unido, y que hasta su muerte logró tener 56 miembros. Así como, su lucha contra el Apartheid que la enfrentó con la Primera Ministra Margaret Thatcher, y que generó una amistad con Nelson Mandela, Premio Nobel a la Paz y primer presidente negro de Sudáfrica, quien en sus entrevistas siempre se refirió a la Reina como “Mi amiga Isabel”.

Su reinado enfrentó escándalos familiares. Primero, la muerte de la Princesa Diana, donde se la tildó de fría y calculadora tras permanecer en silencio durante los 7 días que estuvo enclaustrada en su residencia de Balmoral. Segundo, las graves acusaciones por agresión sexual contra su hijo, el Príncipe Andrés en Estados Unidos, que llevó a que su Majestad le retire sus cargos oficiales para que enfrente a la justicia como un particular más. Por último, las tensas relaciones con Meghan Markle, reconocida actriz estadounidense que contrajo matrimonio con su hijo, el Príncipe Harry, quien renuncio a sus cargos reales y tuvo un alejamiento con su madre y hermanos.

Estas últimas horas, se ha especulado sobre el futuro institucional de la Corona. Si bien es cierto, el Rey Carlos no goza del carisma y reconocimiento que había logrado su madre, tendrá a sus 73 años, que enfrentar, dentro de sus prerrogativas, un país con una enorme crisis política tras la dimisión de Boris Johnson, un nuevo Gobierno en medio de una dura crisis económica con la inflación disparada, la división provocada por su salida de la Unión Europea, el crecimiento de los movimientos independentistas en Gales y Escocia, así como el resurgimiento del problema de Irlanda del Norte.

Escrito por:

Diego Zapata Gonzáles

Licenciado en Relaciones internacionales por la Universidad San Ignacio de Loyola. Máster en Derechos Humanos y doctorando en Penal Internacional por la Universidad de Navarra, España. Ganador de la Beca Santander para estudiar el postgrado.