El 31 de diciembre del 2019 se informó a la Oficina Regional de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en China la existencia de varios casos de neumonía de origen desconocido en la ciudad de Wuhan, provincia de Hubei, contagiados que al día 3 de enero llegaban a 44 personas. Luego, durante el mes de enero, 25 países confirmaban la presencia del coronavirus, China tenía 25 mil infectados, aproximadamente, mientras tanto en Irán, Italia, España y Suiza la cifra iba en aumento.
A finales de febrero, en la región latinoamericana, países como Brasil, México y Ecuador presentaban sus primeros infectados; y a principios de marzo, República Dominicana, Chile, Argentina, Colombia, Costa Rica y Perú daban cuenta, en ese orden, de sus primeros casos, adoptando algunos de ellos medidas drásticas de aislamiento físico y social.
Hay que tener en cuenta que la COVID-19 se ha presentado en medio de la rivalidad geopolítica entre Estados Unidos y China. La pandemia ha permitido la crítica, por un lado, a la soberanía de los estados, al regreso de antiguos proyectos de reforma del sistema internacional, a ideas contrarias a la globalización, a posturas que apuestan por un nuevo orden internacional; y, por otro lado, el retorno del soberanismo.
A la soberanía de los estados se le presenta como un impedimento de los bienes comunes de la humanidad, por ejemplo, en materia del medioambiente e, incluso, algunos sostienen la necesidad de una Constitución de la Tierra. Se trata de una forma de constitucionalización del derecho internacional y las relaciones internacionales. En realidad, es todo lo contrario a la soberanía: es la esencia de los estados, es la base del sistema a partir del cual se ha construido la globalización, y si se afirma que la COVID-19 sería la quiebra del sistema internacional, significaría el fracaso del multilateralismo.
La solución está en el fortalecimiento del multilateralismo, y esto significa el respeto a la soberanía de los estados. El camino es a través de la cooperación internacional que, lamentablemente, muchas veces se encuentra con problemas de orden geopolítico.