Con casi 4 millones doscientos ochenta mil casos confirmados en el mundo y 294,700 muertes, el brote de COVID-19 —originado en China en noviembre y declarada pandemia por la Organización Mundial de la Salud el 11 de marzo— ha desatado una crisis global. Y si un brote es una enfermedad surgida en una localidad, una epidemia es su crecimiento en una nación, y una pandemia es su expansión incontrolada a más de un continente, entonces estas pandemias no son algo exclusivamente de la modernidad; ya desde la antigüedad afectaron a muchas regiones al mismo tiempo.

En el año 170 a. C., la peste antonina, de viruela, causó cinco millones de muertes. Y en el año 541 a. C., la plaga de Justiniano, peste bubónica traída por las ratas de los barcos, fue una pandemia que mató a 40 millones. En Asia, la viruela japonesa del año 735 causó un millón de muertos. Pero la mayor pandemia con impacto más duradero en la historia de la humanidad fue la peste negra, de 1347-1351: 200 millones de muertes, peste bubónica alojada en las pulgas de las ratas que se encontraban en los barcos mercantes. Europa tardó 200 años en recuperarse.

Tras ella, la viruela en América desde 1520, la epidemia inglesa del siglo XVII, la peste rusa del XVIII, y seis pandemias de cólera en Asia entre 1817 y 1923; mientras la de 1855 mató a 10 millones en la India. La fiebre amarilla de 1800 fue llevada en los barcos de comercio de esclavos. Fueron pandemias también la gripe rusa de 1890, la gripe española de 1918 del virus H1N1, la gripe de Hong Kong de 1969 y, además, por cierto, el VIH/sida desde 1981 por un virus de inmunodeficiencia humana; el SARS del 2002, la gripe porcina de 2009 causada también por el H1N1, el MERS del 2012 y el ébola en el 2014, una fiebre hemorrágica viral [infobae.com/america/mundo/2020/03/18/].

Ahora, el impacto del COVID-19 es mayor: afecta las comunicaciones, la economía, y también las relaciones internacionales. En América Latina, la respuesta ha sido desde el riguroso control, como en Colombia o Argentina, hasta medidas incompletas o poco orgánicas, como en Brasil o Ecuador. Y tanto este país como Estados Unidos están al límite de su capacidad sanitaria, mientras el comercio mundial es afectado y el criterio de las fronteras es reformulado [IRTP-Radio Nacional – nacional.pe]

En Europa, la pandemia ha puesto en cuestionamiento incluso a la misma Unión Europea. Se ha enfrentado a la crisis económica de 2008, la crisis de los inmigrantes y el Brexit, pero esta vez no es solo un problema de infraestructura. Europa deberá cooperar más y admitir a más países (Albania, Macedonia), superando las medidas sanitarias individuales, ya que es la integración la que se pone a prueba: las discrepancias nacionales debilitan el potencial de la UE de gestionar las crisis tanto sanitarias como políticas. Italia, por ejemplo, recibió más ayuda de China que de Europa, que no ha sabido gestionar la crisis [Anadolu Agency, www.aa.com.tr, Daniel Gallego].

Muchos gobiernos no tuvieron los recursos políticos para aplicar las mismas medidas de China, tardaron en reaccionar; la sensibilidad fue muy lenta y la vulnerabilidad muy alta. Los estados son los únicos que pueden garantizar un mínimo de estabilidad, pero hubo una jerarquía de importancia de temas y la salud no fue prioridad.

Podemos concluir, en primer lugar, que ante la crisis sanitaria hubo medidas individuales y una descoordinación voluntaria o involuntaria en Europa y América, lo que redefine un cambio del orden internacional: los estrictos países asiáticos −China, Singapur, Corea del Sur− han sido más capaces y eficientes ante el problema, mientras que la Unión Europea no pudo aplicar políticas comunitarias de salud. Y, en segundo lugar, ante esa falta de liderazgo mundial, y la fricción entre la toma de decisiones a nivel nacional y las sugerencias de Organismos Internacionales, hace falta, tal vez, un organismo supranacional, un sistema de seguridad cooperativo.

Hay problemas mundiales que no pueden afrontarse con el poder militar o nuclear. El liderazgo debe ser de otro tipo. La coordinación debe ser supranacional, porque el enemigo es interdependiente y global [Observatorio de Política Internacional, Universidad Católica de Santa Fe, 24 de marzo de 2020].

Fuentes de investigación:

infobae.com/america/mundo/2020/03/18
IRTP-Radio Nacional – nacional.pe
Anadolu Agency, www.aa.com.tr, Daniel Gallego
Observatorio de Política Internacional, Universidad Católica de Santa Fe, 24 de marzo de 2020

Escrito por:

David Rengifo Carpio
Docente de Ciencias Sociales de USIL. Doctor en Historia (Universidad de Rennes 2, Francia), magíster en Historia y Civilizaciones Comparadas (Universidad de París 7, Dennis Diderot) e historiador (Universidad Nacional Mayor de San Marcos).