El terrorismo es el uso del terror con fines políticos, religiosos o ideológicos (Chaliand, 2002). Las definiciones múltiples varían en:

  1. El uso de la violencia (algunos incluyen grupos que no usan la violencia, pero tienen un discurso radical);
  2. Las técnicas utilizadas;
  3. La naturaleza del tema (aparte del terrorismo de estado);
  4. El uso del miedo;
  5. El nivel de organización;
  6. Ideología.

En muchas definiciones, también existe el criterio de la víctima del terrorismo –civil, desarmado, inocente, ataque a un estado democrático que le hubiera permitido al terrorista expresarse legalmente– (Boubekeur, Crettiez, & Mucchielli, 2010).

Sin embargo, muchas organizaciones políticas o criminales han recurrido al terrorismo para promover su causa o beneficio. Partidos de izquierda y derecha, grupos nacionalistas, religiosos o revolucionarios, e incluso estados, han cometido actos de terrorismo. Una constante del terrorismo es el uso indiscriminado de la violencia mortal contra los civiles con el fin de promover un grupo, una causa o un individuo, o practicar la extorsión a gran escala (mafia, carteles de drogas).

El aislamiento geográfico o político de Afganistán crea condiciones favorables para el cultivo de amapola, incluso más que el caldo de cultivo económico para el subdesarrollo y la inestabilidad política resultante.

Cuando se habla de la “narcoeconomía en Afganistán”, se hace referencia a todas las actividades relacionadas con el cultivo, procesamiento y tráfico de drogas en ese país. En el corazón de la Media Luna Dorada, Afganistán es uno de los principales productores mundiales de narcóticos (opio y hachís) y un centro narcótico en Asia (Tishchenko, 2020). En el 2005, el opio beneficiaba a más de dos millones de afganos y generaba un estimado de USD$ 2.5 mil millones (aproximadamente, el 35 % del PBI de la economía afgana). Para el 2009, se estimaba que cerca de 1.6 millones de personas estaban involucradas en este sector (Vinçon, De Rohan, Boulaud, Gautier, & Luc, 2005).

Afganistán está geográficamente sin litoral, ya que no tiene costa marítima y, en el contexto regional asiático, su territorio está muy mal servido por las principales vías de comunicación (carreteras, canales y/o ferrocarriles casi inexistentes). Sin embargo, este aislamiento no siempre ha sido sinónimo de aislamiento geográfico: su ubicación, al oeste del gran obstáculo formado por la cordillera del Himalaya, ha consagrado durante mucho tiempo a este país como el cruce de las famosas Rutas de la Seda, pero también el de las grandes invasiones. El descubrimiento y el uso de las principales rutas comerciales marítimas desde el siglo XVI en adelante supuso el fin de Afganistán como centro de comercio. La importancia estratégica de su ubicación también determinó el papel de un estado amortiguador que Afganistán jugaría en las rivalidades del "The Great Game" ruso-británicas del siglo XIX.

Además de un aislamiento geográfico, existe una "tradición" afgana de aislacionismo político que ha agravado la situación del país. Esta tradición se remonta a los orígenes de Afganistán como un Estado-Nación con el rey afgano Abdur Rahman Khan quien, consciente de las tentaciones imperialistas rusas e inglesas en su país, aceptó las fronteras y el papel del Estado amortiguador de Afganistán entre el Imperio Ruso y las Indias Británicas. Rahman logró perseguir hábilmente una política de neutralidad y aislacionismo contra las rivalidades ruso-británicas; sin embargo, aceptó las armas británicas y lo ayudó a llevar a cabo sus propios reclamos en territorio afgano.

No obstante, las dificultades extremas de enrutamiento del terreno montañoso afgano tuvieron una ventaja estratégica obvia para el rey, quien sintió que la invasión de su país sería más costosa y difícil para sus rivales occidentales si no hubiera forma de comunicación existente para facilitar la invasión. Luego decidió sacrificar conscientemente el desarrollo económico de Afganistán para preservarlo de la codicia extranjera al optar por una política de subdesarrollo deliberado (Chouvy, 2003), que terminó transformando una antigua encrucijada importante de invasiones y comercio en una "anti- carretera", según la expresión de la investigadora Mahnaz Ispahani en su libro “Políticas de acceso a las fronteras de los países asiáticos” (Ispahani, 1989).

Esta inaccesibilidad tuvo consecuencias decisivas en la orientación política del país. También impidió que Afganistán salvara su aislamiento geográfico con la accesibilidad desde el punto de vista de las comunicaciones. Sin embargo, la estrategia de Abdul Rahman, adoptada por sus sucesores, resultó ser muy eficaz contra el ocupante soviético: el Ejército Rojo sufrió terriblemente por estas difíciles condiciones de acceso al país, que los muyahidines aprovecharon.

Este aislacionismo tuvo otra consecuencia importante: no permitió la construcción de un verdadero Estado-nación afgano, porque este aislamiento impidió la integración de los múltiples grupos étnicos afganos en un espacio nacional común; espacio que todavía busca actualmente la unidad política.

Una vez entendida la importancia de este aislacionismo, podemos notar que se dio pie al surgimiento de otra forma de terrorismo (que empezó a lanzarse contra el Estado): los Señores de la Guerra o “War Lords”.

Desde la intervención militar de los Estados Unidos y sus aliados en 2001 contra el régimen talibán, las Naciones Unidas han cedido gradualmente el poder a un gobierno afgano elegido democráticamente. Sin embargo, la cultura del cultivo del hachís y el boom del opio junto con el cultivo del canabis, empezó a ser el arma de financiamiento de estos señores de la guerra quienes se han visto beneficiados del control de estas tierras. A pesar de la presencia de Estados Unidos y sus aliados, esta vasta narco-red económica (formada por alianzas familiares, tribales y religiosas), se burla de las fronteras entre Afganistán, Pakistán e Irán, construyendo "grupos étnicos de relevo" que apoyan el tráfico ilegal de drogas, pero también a personas (incluidos los terroristas de Al-Qaeda) en la cara de las fuerzas armadas afganas o aliadas.

La producción y la venta de estupefacientes, genera grandes beneficios económicos para estos grupos armados que conllevan una guerra entre sí y entre el mismo Estado. Y eso coloca también al país en una problemática internacional. Con una historia marcada por el intervencionismo, los países europeos y de la OTAN tienen que debatir entre un nuevo “acto de presencia” que desplomaría nuevamente todo intento por levantar un Estado-Nación que no ha podido consolidarse por su misma geografía y por sus problemas políticos internos.

Sin embargo, el flagelo que deja la venta de drogas (que supone un intercambio de armamento) también es un tema de Seguridad Internacional. El grupo terrorista Talibán se veía también beneficiado de este sistema económico ilegal, dándole las herramientas y logísticas para dirigir ataques como los del 11 de septiembre de 2001.

Las leyes de la no injerencia, así como velar por la paz y la seguridad internacional, entran en conflicto cuando se trata de intervenir un país con un pasado y una historia de constante conflicto con las grandes potencias, pasando de ser un Estado Tapón, a uno de extracción de petróleo, hasta llegar a ser uno de financiación ilícita.

Crédito imagen: Antonio Pampliega
Freelance Reporter (reportero freelance)
Instagram Page: https://www.instagram.com/apampliega/

Fuentes de investigación

  • Boubekeur, A., Crettiez, X., & Mucchielli, L. (2010). Les violences politiques en Europe : Un état des lieux. París, Francia: La Découverte.
  • Chaliand, G. (2002). Les stratégies du terrorisme. París, Francia: Desliclée de Brouwer.
  • Chouvy, P.-A. (2003). La production illicite d’opium en Afghanistan dans le contexte de l’enclavement, de l’isolement et de l’isolationnisme. Dans Cahiers d’études sur la Méditerranée orientale et le monde turco-iranien (Vol. 35, pp. 71-82). París, Francia: AFEMOTI.
  • Ispahani, M. (1989). Roads and Rivals: the Politics of Access in the Borderlands of Asia. Londres, Reino Unido: London I.B. Tauris & Co Ltd Publishers.
  • Tishchenko, M. (2020). Talibanes en el hielo. Militantes afganos cambian de heroína a metanfetamina. Recuperado el 10 de enero de 2020, de Медиазона: https://mediazona.ca/article/2020/09/22/ice
  • Vinçon, S., De Rohan, J., Boulaud, D., Gautier, G., & Luc, H. (2005). Reporte de información n° 339: En representación de la Comisión de Relaciones Exteriores, Defensa y Fuerzas Armadas, tras una misión realizada del 16 al 24 de abril de 2005 por una delegación en Afganistán. Recuperado el 10 de enero de 2020, de Sénat: http://www.senat.fr/rap/r04-339/r04-3398.html#fn6

Escrito por:

Diego Sebastián Sánchez Chumpitaz

Coordinador de la carrera de Administración & Emprendimiento de la Facultad de Ciencias Empresariales de la Universidad San Ignacio de Loyola.