Un mundo sin niños y niñas soldados no debe ser una utopía, sino una realidad.
En abril de 1997, consciente del uso de nuevas estrategias en los conflictos armados, el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) presentó un documento titulado "Principios de Ciudad del Cabo”, en el que dio a conocer el uso de niños como soldados por parte de fuerzas o grupos armados, regulares o irregulares en conflictos de naturaleza interna o guerras civiles. A través de este informe, se buscó la instauración de herramientas de prevención que mitigaran el reclutamiento y generaran mecanismos de desmovilización y reintegración.
La naturaleza no vinculante del citado documento y el surgimiento de nuevos conflictos internos tras la desintegración de la Unión Soviética incentivaron, dentro de la Comunidad Internacional, la firma del Protocolo Facultativo de la Convención sobre los Derechos del Niño relativo a la participación de niños en los conflictos armados, tratado que concretó dentro de Derecho Internacional, la prohibición de niños soldados en conflictos bélicos y que en la actualidad cuenta con 173 ratificaciones por parte de los Estados Miembros de Naciones Unidas.
De ahí que, en enero de 2005, como parte del seguimiento al Protocolo Facultativo y en convergencia con las resoluciones 1539/2004 y 1612/2005 del Consejo de Seguridad, el Comité de Derechos del Niño de la ONU examinó los informes presentados por los Estados Partes con el propósito de crear un mecanismo de vigilancia. Así, tras un amplio proceso de siete exámenes regionales se originaron dos documentos en Paris; (i)los compromisos para proteger a los niños y niñas reclutados o utilizados ilícitamente, y (ii)los principios y directrices que ofrecen una orientación más precisa para los encargados de la aplicación de los programas.
Estos avances en materia de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario han sido reforzados por el Derecho Penal Internacional, que determinó la responsabilidad individual de quienes reclutan y utilizan menores en conflictos armados. En este sentido, la Corte Penal Internacional (CPI) presentó cargos por crímenes de guerra, relacionados con el reclutamiento, aislamiento, y participación activa de menores de 15 años en la República del Congo y Uganda, y el Tribunal Especial para Sierra Leona declaró, en 2007, culpables a cuatro personas con cargos relacionados a niños en conflictos armados.
A pesar de todos estos esfuerzos, el uso de niños soldados sigue siendo preocupante. En la actualidad, aun cuando es difícil calcular un número exacto, las estimaciones denotan que existen más de 300 mil niños soldados alrededor del mundo en conflictos internos o guerras civiles, ya sea bajo el mando del ejército oficial o grupos subversivos. Los “señores de la guerra” tienen una predilección por reclutar menores de edad, puesto que suelen ser más dóciles, más obedientes, menos conscientes del peligro, más fáciles de manipular y con menos capacidad para percibir completamente los significados de ausencia o muerte.
El proceso de reclutamiento suele darse en circunstancias (i)voluntarias, especialmente con niños huérfanos, que viven solos o en un ambiente familiar complicado y ven como una solución a sus problemas participar en un grupo armado o niños con sed de venganza, ideologías fuertemente marcadas o identidades étnicas en conflicto, y (ii) forzadas, que han sido planificadas y en las cuales los niños son secuestrados y torturados. Este segundo reclutamiento suele realizarse en escuelas, orfanatos, campamentos de refugiados, estadios e iglesias, en los que se encuentren a niños en una situación de mayor vulnerabilidad.
Los niños soldados tienen la misma necesidad de sentirse amados, atendidos y seguros que otros menores de edad. No obstante, sus sueños con el futuro y, sobre todo, su inocencia se ve gravemente mermada, de manera que remplazan un balón de futbol, canicas, trompos, por armas de fuego, machetes, cuchillos. Esta experiencia les acompaña por el resto de sus vidas dejando graves secuelas físicas causadas por la propia batalla o fruto de torturas y abusos de parte de sus jefes, así como traumas emocionales al haber presenciado actos de violencia o haberlos cometido directamente.
El 12 de febrero se conmemora el Día Internacional contra el Uso de Niños Soldado, una fecha para concientizar a la sociedad sobre la importancia de prevenir el reclutamiento de niños y preocuparnos por la resocialización de aquellos que ya pasaron por estos traumáticos episodios. Ponerle punto final a esta macabra realidad es un proceso complejo, pero no imposible, requiere de una sociedad comprometida, consciente que de que estos problemas superan los límites territoriales y dejan de ser ajenos a nuestras realidades. Un mundo sin niños y niñas soldados no debe ser una utopía, sino una realidad.