La fotografía es una de las expresiones más importantes de la comunicación visual. Así ha sido desde la borrosa panorámica conocida como “Vista desde la ventana de Le Gras”, considerada la primera fotografía; hasta las recientes transformaciones digitales de la norteamericana Nancy Burson, pasando por un sinfín de íconos de las artes visuales, como “Almuerzo en lo alto de un rascacielos” (1932) de Charles C. Ebbets; “La inmolación del monje budista” (1963) de Malcolm Browne; y “La fuerza de uno” (2007) de Oded Balilty.

Si bien la frase “Una imagen vale más que mil palabras” no se agota en la fotografía, esta adquirió un nivel de certidumbre mayor cuando, en 1839, el francés Luis Daguerre creó el “daguerrotipo”, el primer procedimiento de revelado fotográfico. Desde entonces, ha sido un medio efectivo para conocer, entender y analizar la realidad de personas y sociedades.

En una fotografía no solo se expone un registro visual, también se proyecta lo que hay tras la captura de la imagen: un momento, un recuerdo, una vicisitud. En 1925, el fotógrafo alemán Erich Salomón desarrolló un estilo fotográfico documental conocido como “Foto Live” o “Fotografía cándida”. Consistía en imágenes espontáneas, sin poses prestablecidas ni producción previa. Sus registros casuales de la cotidianeidad inauguraron toda una práctica cultural que permite conocer, percibir, experimentar sensaciones y cautivar. Es el terreno de la comunicación visual.

El fotoperiodismo también ha cumplido un rol trascendente. Gracias a él, el mundo ha sido testigo de imágenes que han avalado lo escrito y revelado lo desconocido. Muchas han adquirido el estatus de documentos históricos: la discutida imagen del monstruo del lago Ness (1934) de Ian Wetherel; la explosión de la bomba atómica en Nagasaki (1945) tomada por fotógrafos de la Fuerza Aérea estadounidense en los estertores de la Segunda Guerra Mundial; la primera fotografía de la Tierra captada por la NASA desde la Luna; los disturbios en la Plaza de Tiananmen, en China (1989), fotografiados por Stuart Franklin Magnumom, entre otros.

Hoy la fotografía es uno de los elementos más trascendentes de la era digital y está al alcance de todos a través de un celular. Producto de su uso cotidiano, y acaso desmedido en redes sociales, cuenta la historia de lugares, personas y momentos con infinitas posibilidades de difusión e impacto. Por ejemplo, Instagram, una red esencialmente visual, posee aproximadamente mil millones de usuarios activos, mientras unas 60 millones de imágenes son posteadas diariamente, las mismas que generan casi 4.2 millones de reacciones entre los usuarios de esa red a través del “Me gusta”.

En estos tiempos de pandemia y confinamiento, las fotografías cotidianas también juegan un rol relevante. Gracias a las redes sociales que las albergan, constituyen el testimonio visual de una época tan difícil y dolorosa, como excepcional y desafiante. Un aciago capítulo de la historia que la fotografía registra con un sencillo e imbatible click.

Fuentes de investigación:

Escrito por:

Úrsula Vallejo Moreno

Directora de la carrera de Comunicaciones de USIL. Doctorando en Periodismo, máster en Dirección de Marketing y Gestión Comercial por ESIC (España), máster en Gestión de las Instituciones Públicas y Políticas por la Universidad Complutense