“La cámara es un instrumento que enseña a las personas a ver sin una cámara.” Dorothea Lange.

Las palabras de la fotógrafa documentalista norteamericana Dorothea Lange -una de las fotoperiodistas más destacadas a nivel mundial, reconocida por el trabajo en el que retrata las terribles consecuencias de la Gran Depresión norteamericana en la década de 1930 nos da cuenta de una importante pero poco reconocida virtud de la fotografía: enseñar y aprender.

A través de la fotografía observamos, aprehendemos, recordamos y aprendemos. Imágenes técnicas e imágenes mentales, interactúan entre sí y fluyen ininterrumpidamente en un proceso de creación/construcción de nuevas realidades.

Hablar de fotografía no es un tema innovador en la enseñanza si se considera en su función descriptiva, ilustrativa. Desde siempre se ha utilizado como soporte para la comprensión de ciertos contenidos de historia, historia del arte, geografía o idiomas.

Lo que parece poco difundido es, en cambio, el uso de la fotografía como práctica fortalecedora de habilidades especialmente importantes para la vida del estudiante.


La fotografía nos permite desarrollar habilidades afectivas que benefician nuestra vida universitaria


Pero cuando hablamos de fotografía, no hablamos de cualquier tipo de fotografía. En la época en la que vivimos, gracias al desarrollo de la tecnología digital, el uso de la fotografía se ha diversificado mucho, las cámaras fotográficas están incluidas en todo tipo de dispositivos como teléfonos celulares, computadoras, tablets, hay cámaras en el reloj, en los lentes y en infinidad de wearables, que, sumados a capacidad virtualmente ilimitada de registro de estos dispositivos, ha hecho que la fotografía adopte nuevas funciones.

Hoy en día, muchas personas utilizan la fotografía como un método de registro. A manera de apuntes le toman foto al letrero en la esquina para recordar el nombre de la calle, o a la etiqueta de algún producto para comprarlo después en el supermercado, básicamente, como ya lo concebía Marshall McLuhan en los años 60’s, como una extensión tecnológica de nuestra propia memoria. Pero no es este tipo de fotografía al que me refiero.

La práctica fotográfica a la que hago referencia, aquella que nos ayuda desarrollar habilidades beneficiosas para la vida universitaria, es un tipo particular de fotografía, una que requiere cierto grado de concentración, en la que el fotógrafo -sea profesional o aficionado- utiliza su cámara como una herramienta para evaluar su entorno próximo en busca de belleza, significado o valor. Al hacerlo, se pueden ver cosas que normalmente no se perciben, y se pueden reconocer las características únicas y positivas de la vida cotidiana.

Todo comienza con el concepto científico de “flujo” conocido también como “estar en la zona”. En psicología es un estado de conciencia en la cual la persona está completamente inmersa en una actividad, sumergida en una sensación enérgica de concentración, de implicación y de éxito en la realización de la actividad. El tiempo desaparece, prácticamente te olvidas de quién eres y te vuelves parte de algo más grande.

La fotografía de conciencia plena o mindfulness photography consiste en utilizar la cámara para aprender a ver, a reconocer la belleza, el significado y el valor en cosas o momentos que solemos pasar por alto en nuestra vida cotidiana, para luego, con la práctica, llegar a apreciarlos sin la mediación de una cámara. Tal como lo concebía Dorothea Lange, hace casi 100 años.


Practicar la fotografía de conciencia plena es una manera eficaz de mejorar el estado de ánimo y la apreciación de la vida cotidiana.


Según el estudio de Jaime L. Kurtz de la James Madisson University en USA, publicado en el Journal of Basic and Applied Sciences en el 2015, los estudiantes que practican la fotografía de conciencia plena, en búsqueda de belleza, valor, significado, presentan un mejor humor, resultan más apreciativos y motivados que los que toman fotografías de manera neutral o de registro.

Este estudio examina los efectos afectivos de la fotografía, proponiendo que tomar fotografías de conciencia plena puede crear una sensación de mayor apreciación, más motivación y energía, además de un aumento del estado de ánimo positivo.

El estudio de Kurtz utiliza una metodología que es frecuentemente usada cuando se examina la efectividad de estrategias utilizadas para incrementar la felicidad de los participantes, en la que se le asigna aleatoriamente a una actividad en particular, la realizan por su propia cuenta y luego informan sobre su estado de ánimo y los resultados relacionados durante un periodo de tiempo, que puede ser desde varios días hasta varias semanas.

Después de pasar las diferentes pruebas para determinar el estado previo de cada participante, se les asignó aleatoriamente la actividad de tomar fotografías de ambos tipos, a un grupo de estudiantes se les dieron las instrucciones para tomar fotografías de conciencia plena y a otro grupo de estudiantes para tomar fotografías de registro.

El experimento consistió en que cada grupo de participantes debería tomar fotos de algún tema en particular, establecido por los investigadores, dos veces por semana durante dos semanas. Los estudiantes debían responder nuevamente las pruebas psicológicas después de haber realizado la práctica fotográfica.

Cuando el experimento fue concluido, los estudiantes pasaron nuevamente por una serie de pruebas que contemplaban, además, niveles de motivación, energía y apreciación. También fue reportado lo absorbente, lo desafiante y lo agradable que fue la actividad, así como lo hábiles que se sintieron los propios estudiantes al realizarla.

Las conclusiones del estudio mostraron que los estudiantes que tomaron fotografías de conciencia plena, en una búsqueda de significado y belleza, reportaron un estado de ánimo significativamente más alto y niveles más altos de apreciación y motivación que aquellos estudiantes a quienes se les pidió que tomaran fotos neutrales.

Las conclusiones mostraron también que los estudiantes calificaron la actividad como significativamente más placentera, absorbente y menos desafiante que otras técnicas para mejorar el estado de ánimo, relacionadas a la escritura.


La práctica de la fotografía permite desarrollar habilidades de pensamiento que benefician nuestra vida universitaria.


Al estudiar las relaciones entre la fotografía y la educación se busca explorar el significado que la producción y el uso de imágenes pueden asumir, en una perspectiva de promover pensamientos y construir relaciones en contextos educativos y formativos.

Según el artículo: Imágenes y pedagogía: una visión internacional sobre el uso de la fotografía en el ámbito pedagógico, de la investigadora Farnaz Farai de la Università deli Studi di Firenze, existen tres ejes metodológicos en los que la fotografía es relevante para la educación: Observación, experimentación y narración.

La observación juega un papel protagónico en el ámbito educativo, representa la herramienta básica para el análisis y el reconocimiento, es a partir de esta que se puede conseguir la transformación de cualquier contexto. Precisamente, a través de la actividad de la observación es posible reflexionar sobre las prácticas implementadas y experimentar cambios y mejoras de estas.

En este sentido, y retomando la frase de Dorothea Lange, el medio fotográfico representa una herramienta especialmente adecuada para la observación, tal como se cita en el propio articulo; “aprender a fotografiar no significa adquirir una habilidad técnica, sino reeducar la mente para ver”.

El segundo eje metodológico es el de la experimentación.
Las universidades se caracterizan por promover la investigación entre los estudiantes, la investigación es uno de los pilares de la universidad y de la educación, sin investigación no habría nuevos conocimientos. Pero pasa muchas veces, que cuando a un estudiante se le pide hacer un trabajo de investigación, este llega a conseguir información relevante, pero después no sabe qué hacer con esta información, se queda con el dato. En este sentido, la investigación es una forma de experimentación, es aportar transformación a los datos que se han obtenido.

La fotografía es una práctica que promueve experimentación, el estudiante experimenta con el equipo fotográfico, con la luz, con el sujeto a fotografiar y por supuesto, con sus propias ideas, propiciando una apertura mental a nuevas posibilidades de creación, interpretación o solución de problemas.
El tercer eje metodológico de este estudio es la narración.

La fotografía nos permite decir cosas, desarrollar la habilidad de contar historias sin recurrir al lenguaje verbal. Al producir una fotografía desarrollamos la capacidad de organizar ideas y convertirlas en discursos visuales, con un sentido propio.

Al crear una secuencia de fotos, construimos una progresión espacio temporal, en la que el orden, ritmo y unidad se combinan de tal manera que le dan un sentido nuevo y amplio a cada imagen particular.

La narración representa el instrumento más eficaz para la reflexión, formulación y verificación de ideas e hipótesis, es la forma más adecuada que tenemos disponible no solo para hacernos entender por los demás, sino también, y sobre todo, para comprendernos a nosotros mismos.

A modo de conclusión, debo resaltar la importancia de publicaciones como las revisadas en este texto, que constituyen una vía formal para la introducción de la fotografía como práctica transversal en las universidades.

Fuentes de investigación

  • Kurtz, J. L. (2015). Seeing through new eyes: An experimental investigation of the benefits of photography. Journal of Basic and Applied Sciences, 11, 354-358.
  • Farahi, F. (2020). Immagini e pedagogia: uno sguardo internazionale sull’utilizzo della fotografia in ambito pedagogico. FORMAZIONE & INSEGNAMENTO. Rivista internazionale di Scienze dell'educazione e della formazione, 18(1), 587-597.

Escrito por:

Renato Meza
Máster en Artes del Espectáculo, mención en Cine, especialidad documental. Université Paul Valéry. Docente universitario.