Deber. Una sola palabra que hace justicia al 7 de junio de 1880, día en que se libró la Batalla de Arica y que la historia bautizaría como el Día de la Bandera. Con inferioridad numérica y peor armamento, el Coronel Francisco Bolognesi comandó a un grupo de valientes peruanos dispuestos a defender el territorio nacional a pesar de las condiciones adversas. Conscientes de su ventaja, el ejército chileno, comandado por el General Baquedano, envió a un emisario para que convenza al jefe militar peruano de rendirse a cambio de perdonarle la vida y la de sus hombres. ¡Gran oportunidad nos dio para obtener la gloria! Bolognesi, hidalgo, respondió “Tengo deberes sagrados que cumplir y los cumpliré hasta quemar el último cartucho”. Cumplió con su país, entrando a la historia por la puerta grande.
En paralelo, otro peruano, se ganaba un sitio en la memoria nacional. El Coronel Alfonso Ugarte, otrora emprendedor exitoso, prefirió quedarse a defender su patria organizando un batallón con su propio dinero, en lugar de realizar un viaje de negocios a Europa. Alma grande que, en plena batalla, al verse derrotado, antes que dejarle la bandera al enemigo, prefirió llevarla consigo a las alturas del Morro de Arica y emprender marcha a caballo rumbo al vacío, rumbo a su destino.
Hoy, la incertidumbre reina como lo hizo aquel día hace 140 años. Mientras se escriben estas líneas, el Perú es el noveno país con más casos de COVID-19 en el mundo, tenemos más de cuatro mil bajas, aunque algunos calculan que la cifra real rondaría las 17 mil. El enemigo que pretende doblegar nuestro espíritu ya no es un país hermano, sino un ser invisible, omnipresente, acaso más peligroso. En el frente, nuestros héroes portan mascarillas en lugar de bayonetas; se preparan para salvar vidas y no para quitarlas. Son civiles de los orígenes más diversos, profesionales de la salud, bomberos, personal de limpieza pública, fiscalizadores, serenos, alcaldes, trabajadores de las cárceles y ronderos. Asimismo, una vez más los uniformados, policías y militares, nos defienden del peligro. Algunas de sus familias se encuentran de luto. Para ellos, gracias, eternamente gracias por el servicio que sus seres queridos han prestado a la nación.
Como dijera un grande de otra época, es en momentos de peligro cuando la patria conoce el quilate de sus hijos. Nosotros, de costa, sierra o selva; norte, centro o sur; hombres o mujeres; responderemos al llamado. Juntos todos cumpliremos nuestro sagrado deber, hasta usar la última mascarilla.