Hacer investigación no es una tarea sencilla. Conlleva una organización previa de nuestras ideas y reflexionar profundamente en torno a una temática que deseamos abordar.

Habitualmente, los estudiantes, así como los investigadores nobeles, preguntan: “¿Por dónde debo empezar?”. La respuesta siempre es la misma: “Mira afuera de ti y luego busca dentro de ti”. Buscar un tema apasionante para el investigador debe ser lo primero. Con ello evitamos "cansarnos" de nuestro tema, y hace que leer e investigar sobre este sea más llevadero.

Luego viene la organización y la constancia. Más allá de las características académicas que ha de tener un investigador, es importante hacer hincapié en que, si es poco organizado, escasamente culmina lo que inicia. Asimismo, un investigador que no es constante en su trabajo, no le dará un debido seguimiento a este.

Ambos aspectos son de suma relevancia al iniciar una investigación, la cual, difícilmente, es un camino lineal: hay que tomar decisiones, plantearnos supuestos, ser muy creativos. Y justamente dicha creatividad es la que ha de ser convocada en tiempos de pandemia.

La situación que estamos viviendo, como fenómeno de escasa ocurrencia en la humanidad, conlleva a replantearnos varios aspectos en el camino de la investigación. Se debe partir de la modificación del planteamiento y la pregunta de investigación, ajustándola a un contexto de COVID-19, el cual aún se encuentra escasamente estudiado en nuestro entorno. De otro lado, replantear nuestros marcos teóricos, los cuales se han de ajustar, en la medida de lo posible, al contexto. De más está decir que nuestras teorías en psicología se encuentran construidas en un contexto sin pandemia, por lo que utilizarlas acríticamente puede llevar más errores que certezas.

Recordemos que las teorías no se forman en el mundo ideal, sino más bien en la realidad concreta de la cual emergen y a la cual buscan explicar. Quizá en este punto sea importante revisitar las conceptualizaciones de las teorías de rango intermedio.

Por otro lado, la metodología también ha de adaptarse a dicho contexto, desde los diseños (por ejemplo, pasar de las etnografías a las netnografías), siguiendo por los participantes, su selección y la forma de establecer el muestreo (menos probabilística y más intencional quizás), la forma de acceder a ellos, las posibilidades tecnológicas de comunicación por parte de estos. Asimismo, el tipo de data a recoger (extant, elicited o enacted), previendo la evitación de posibles contagios por parte del investigador hacia los participantes o viceversa y su temporalidad (sincrónicos o asincrónicos). En cuanto a los aspectos éticos, los consentimientos informados que ya no serán firmados, sino, en muchos de los casos, solamente enunciados, entre otros aspectos de sumo interés para la investigación.

En síntesis, el investigar en tiempos de cuarentena no es un trabajo sencillo. Requiere de mucha organización, constancia y, por supuesto, mucha creatividad.

Escrito por:

PhD Eli Malvaceda

Docente de la carrera de Psicología de la USIL. Psicólogo, magíster en Psicología Comunitaria, doctorando en Sociología y doctor en Psicología por la Universidad de Oviedo (España).