El 90 % de jóvenes califica mal la política. ¿Qué revela este estudio sobre su desencanto y qué los inspira a quedarse en el país?

Por: Claudio Huamán de los Heros Combe, director de la carrera de Marketing de la Universidad San Ignacio de Loyola
Hace varios años que ejerzo la docencia universitaria, y siempre me sorprendo cómo cada generación percibe el entorno con un enfoque particular. Suelo iniciar mis clases con la misma pregunta: ¿qué noticia reciente les ha llamado más la atención?
La mayoría de las respuestas tienen que ver con situaciones negativas y desesperanzadoras. Esa constante nos llevó a investigar más sobre la percepción de los jóvenes universitarios de Lima respecto a la situación actual en el país.
Junto con el Grupo de Investigación de Mercados (GRIM) de la Universidad San Ignacio de Loyola, elaboramos un estudio que revela una preocupante radiografía del sentir político de esta generación. Los resultados deben llamar a la reflexión.
Un país que no representa a sus jóvenes
El dato más alarmante es que el 90 % califica la situación política del Perú como mala o muy mala. Además, el 73.4 % considera que los jóvenes no tienen representación política real. Esta sensación de exclusión se suma a una visión altamente crítica de las instituciones.
La falta de representación política se traduce en desinterés: solo el 14 % se plantea seriamente participar activamente en política en el futuro.
Este desencanto responde a una decepción profunda. Hablamos de una generación que inició sus estudios en pandemia y ha sido testigo de cinco presidentes, escándalos de corrupción, delincuencia y desigualdad.
Son jóvenes con acceso a la información inmediata, que perciben un entorno poco amable. No se sienten representados, no por una brecha generacional, sino por una desconexión de valores.
La percepción de “no me representa” es casi un himno en redes sociales. Cuando lo dicen, se refieren a candidatos o tendencias que no comulgan con su forma de ver el mundo. Por el contrario, decir “me representa” es un halago, es como un sentir de que estamos en el mismo canal.
Esta falta de representatividad se asocia a una percepción de decepción ante la situación del país, que no es atendida por las autoridades. Esto podría influir en un voto juvenil guiado más por carisma que por un análisis profundo de propuestas.
Percepción de los líderes: rechazo generalizado
El rechazo a las principales figuras políticas es masivo. No mencionaremos nombres, pero los resultados son contundentes: el 74.5 % se siente insatisfecho o muy insatisfecho con las opciones para las próximas elecciones.
Entre los atributos más valorados en un líder destacan la honestidad (67 %) y la preparación académica (64.5 %). Esto contrasta con la percepción que tienen de los políticos: el 86.1 % los considera deshonestos y el 87 % poco transparentes.
Además, el 76 % cree que sus mensajes son poco o nada claros. Esto evidencia una urgente necesidad de comunicación política más coherente, auténtica y adaptada al lenguaje de esta generación.
Este escenario representa una gran oportunidad para el líder que aparezca alzando la bandera de estos valores, comunicándolos de forma clara, horizontal y orgánica. Nada que suene a “dicen una cosa y hacen otra”, porque eso menoscaba la confianza.
En este contexto, no sorprende que las redes sociales (88 %) se consoliden como el principal medio de información política para este grupo. Esto exige una estrategia digital eficaz, donde el algoritmo se convierta en el principal jefe de campaña.
¿Nos estamos quedando sin líderes?
Lo más preocupante: el 75 % de los jóvenes considera migrar al extranjero, en busca de mejores oportunidades laborales y seguridad. Esto implica una posible pérdida de talento en los próximos años.
Exportar profesionales significa quedarnos sin una parte clave de quienes deberían liderar los cambios que el país necesita. Este debe ser un tema prioritario en las próximas campañas: cómo evitar que el talento se vaya.
Lo que aún los mantiene aquí
No todo es negativo. A pesar del desencanto político, los jóvenes sienten un profundo orgullo por elementos culturales como la gastronomía (84 %) y la historia del país. También valoran el rol de la familia como un factor determinante para quedarse y hacer patria.
Tenemos una cultura que nos une alrededor de una mesa. El vínculo entre la familia y el hogar es muy difícil de romper.
Esperemos, por el bien de ellos y de quienes vienen detrás, que todos construyamos un Perú mejor. Y si el Papa es peruano, ¿por qué no esperar un milagro en las próximas elecciones?