Francisco vivió gran parte de su juventud en medio de una de las guerras civiles más devastadoras del mundo. Entre todos los pesares del conflicto, la hambruna fue una de las que más caló en su vida, ya que le arrebató a su hijo de dos años. Al poco tiempo la tensa situación y el fracaso de su matrimonio, obligaron a que entregara a sus dos menores hijas a un orfanato religioso. Quienes rodeaban a Francisco no sólo lamentaban los sucesos que lo acompañaban, sino también la posibilidad de contaminarse de su supuesta mala suerte.
Sin embargo para Francisco su existencia solo era una carrera con vallas, en la que tenía que cambiar de zapatillas para seguir avanzado y llegar a la meta. Gran meta que había fijado y que constaba en recuperar a sus hijas para brindarles la mejor formación profesional. En los casi 10 años que no vivió con ellas, Francisco fundó dos restaurantes, un hotel y construyó un edificio de cinco pisos con más de 50 tiendas comerciales. Negocios que le permitieron alcanzar su gran meta. La adversidad fue un ingrediente importante para convertirlo en un emprendedor exitoso.