Un accidente marítimo en el Callao dejó valiosas lecciones de marketing, comportamiento del consumidor y oportunidades en mercados informales. 

Accidente marítimo en el Callao

Por: María Fernanda Teves La Rosa 

Un hecho insólito sacudió el puerto del Callao cuando un buque de bandera taiwanesa dejó caer cerca de 50 contenedores al mar mientras esperaba ingresar al muelle. Lo que parecía un problema logístico más se volvió rápidamente viral cuando las olas arrastraron parte de la carga —lavadoras, cajas plásticas y electrodomésticos— hasta las playas de Ancón y Ventanilla. Allí, muchos vecinos corrieron a rescatar lo que el mar había “regalado”: algunos para uso personal y otros para revenderlo. Así nació, sin plan previo ni permisos, un mercado improvisado en plena arena. 

Comportamiento del consumidor y marketing de oportunidad 

Este suceso es una muestra clara de cómo los principios del marketing se viven fuera del aula. En especial, cuando hablamos de comportamiento del consumidor, percepción del valor, marketing de oportunidad y la relación entre necesidad, ética y deseo. 

El comportamiento de quienes recogieron los productos combinó necesidad económica, intuición comercial y reacción social. No siempre fue solo “aprovechar la ocasión”, sino identificar una posibilidad real de generar ingresos en un contexto complejo. Esto es marketing de oportunidad: ese instinto de ver el potencial de algo, incluso cuando no estaba destinado a ser vendido. 

Valor percibido y mercado informal 

La noción de valor percibido se evidenció con claridad. Una lavadora arrastrada por el mar puede carecer de garantía o historial, pero si aún funciona y es gratuita, su valor en el mercado local puede ser alto. En un contexto formal, nadie confiaría en un producto así, pero aquí la demanda se disparó por la relación única entre precio y beneficio. 

Desafíos éticos y responsabilidad social 

El hecho también abre un debate ético: ¿es correcto vender productos que formaban parte de un accidente? Desde el marketing, esto involucra la responsabilidad social y el concepto de mercado gris, donde artículos originales cambian de manos sin pasar por canales formales. Surgen preguntas sobre quién asume la responsabilidad: la marca, el consumidor o la cadena logística. 

Impacto logístico y distorsiones del mercado 

El caso recuerda que el marketing no es solo publicidad o redes sociales; la logística es esencial. Cuando la cadena de distribución se rompe, no solo se pierden productos: se altera la oferta, se afecta la reputación de las marcas y se generan dinámicas comerciales imprevistas. 

Una lección de mercado real 

Lo que empezó como un accidente marítimo se convirtió en una lección práctica sobre cómo funciona el mercado sin control. Personas con iniciativa vieron una oportunidad, consumidores aceptaron condiciones atípicas y el entorno reaccionó con rapidez. El marketing estuvo presente en cada decisión, cada intercambio y cada venta improvisada en la playa. 

 

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