En los primeros meses del 2021, los estímulos fiscales ayudaron a salvar vidas a través de diversos ejes, uno de ellos fue la ampliación de presupuesto por emergencia en el sector salud; otro, la mitigación de ingresos bajos por la cuarentena obligatoria a personas o familias con escasos recursos, mediante bonos en sus diversas versiones.

Asimismo, durante el año 2021 e inicios del 2022, el Banco Central del Perú (BCRP) llegó a negociar USD 298.6 millones en el mercado cambiario con el propósito mitigar los shocks internacionales generados por el aumento del precio del dólar a nivel internacional, esta intervención monetaria permitió la estabilidad macroeconómica en el Perú durante el año 2021.

Las acciones de políticas económicas descritas en los párrafos anteriores, han impactado en la estabilidad y estructura de las finanzas del país, por lo que es necesario afianzar la credibilidad de las finanzas públicas en el mediano plazo; en el corto plazo se recomienda aplicar medidas más concretas, por ejemplo destrabar y agilizar los megaproyectos paralizados en el sur y norte del país, generar contexto de estabilidad económica, política y legal hacia los principales inversionistas con acciones desde el ejecutivo.

La política fiscal aún es fundamental para afrontar los efectos de una pandemia todavía inquieta que sigue marcada por la incertidumbre. La interacción entre las vacunas y el virus y sus variantes es uno de los factores que ha contribuido a una elevada incertidumbre de cara al futuro. Por esta razón, es necesario adaptar la política fiscal a las condiciones cambiantes.

Por ejemplo, para retornar a los niveles de deuda de antes de la pandemia, sería necesario registrar durante más de una década de saldos fiscales primarios, previos a la pandemia, una tarea complicada no solo por el gasto relacionado con la crisis, sino también por las presiones preexistentes y derivadas por las necesidades de crecimiento y desarrollo económico, así como la resistencia a aumentar el ingreso.

Para determinar, en qué momento se debe reducir el déficit, se deberá tomar en cuenta las condiciones específicas y particulares de cada país, en el caso del Perú pensando en los problemas que la pandemia nos develó económica y socialmente; en segundo punto y especialmente, debemos saber en qué fase de la pandemia nos encontramos, qué vulnerabilidades fiscales existen aún, cuál es el riesgo de sufrir daños económicos y cuál es la calidad del gasto público.

Del mismo modo, deberán considerarse los efectos distributivos de un eventual incremento del ingreso tributario o una reducción del gasto público. Afortunadamente, las condiciones financieras han sido favorables y puede esperarse que lo sigan siendo, pese al aumento de la incertidumbre, el elevado nivel de deuda (a consecuencias del programa Reactiva y los bonos familiares) y algunas cesaciones de pagos soberanos. No obstante, una caída pronunciada del ahorro mundial o una fuerte y repentina subida de las tasas de interés tendría repercusiones negativas para los mercados y las economías pre-emergentes vulnerables, recordemos que la tasa de referencia de Perú subió para el último año a 3%.

Fuentes de investigación:

Escrito por:

José Luis Almerco Palomino

Editor del Journal of Economics, Finance and International Business (JEFIB) y coordinador de las carreras de Economía, Economía y Finanzas, y Economía y Negocios Internacionales de USIL.