Las habilidades y los conocimientos adquiridos en las aulas se conocen en la práctica, en el terreno laboral. Las compañías buscan a jóvenes talentos para seguir formándolos bajo su propia filosofía y cultura, con el fin de construir en el tiempo equipos sólidos y líderes que aporten al continuo crecimiento empresarial.
Los empleadores son una fuente confiable para conocer si los egresados han alcanzado los resultados esperados y pueden dar fe del buen desempeño de un colaborador, es por ello que su opinión es muy valiosa en el marco de los procesos acreditación de las casas de estudio.
Las agencias acreditadoras realizan entrevistas con jefes y representantes de las empresas que contratan a egresados de un determinado programa. A través de diversas preguntas concluyen si la formación universitaria recibida ha significado un aporte real al desempeño de los mismos. Los evaluadores programan sus entrevistas en base a estos criterios: ¿Los egresados podrán colocarse en el mundo laboral?, ¿volvería a contratar a un egresado de esta casa de estudios?, ¿cómo han aportado a la consecución de los objetivos del área a la que fueron designados? Las respuestas ayudarán al evaluador a conocer si un programa académico ha logrado consolidar un perfil acorde a las necesidades del mercado.
Si se combinan las habilidades técnicas y blandas se asegura la cobertura de las necesidades de los mismos empleadores; en este sentido los modelos de acreditación consideran la opinión de las compañías para articular indicadores que aporten a la consecución de este objetivo. Esta articulación es imprescindible para asegurar la calidad del accionar universitario. Es un gran desafío que se puede superar a través de la retroalimentación para perfeccionar los modelos formativos.
