La responsabilidad social es un aspecto que no está divorciado de los procesos de acreditación en calidad educativa. En sí, las universidades no solo se enfocan en la formación académica, también reconocen la importancia de incentivar la generación de soluciones creativas para la superación de problemáticas sociales y medioambientales.
Diversos procesos de acreditación consideran las acciones de responsabilidad social, pues comprenden la relevancia y el vínculo inminente que existe entre la educación y el desarrollo de la comunidad a través de diversas iniciativas.
Por ejemplo, el modelo de acreditación peruano del Sistema Nacional de Evaluación, Acreditación y Certificación de la Calidad Educativa (Sineace) considera dentro de sus estándares los siguientes tópicos: mecanismos de responsabilidad social, articulación con la I+D+i (Investigación, desarrollo tecnológico e innovación) y las políticas ambientales. Los criterios evaluados están vinculados a la definición de estrategias, evaluación del impacto de las acciones, mecanismos y canales. También, revisan la aplicación de estándares de seguridad ambiental exigidos por los órganos nacionales pertinentes. De igual forma, se presentan casos en los que el modelo exige que el accionar del programa y la casa de estudios esté alineado a un código de ética. Un ejemplo de esto es la Certificación UNWTO.TedQual, credencial internacional que exige el cumplimiento de los lineamientos establecidos en el Código Ético Mundial para el Turismo, marco de referencia para el turismo sostenible y sustentable.
En definitiva, las casas de estudio, cunas de futuros profesionales, tienen el deber de impulsar y fomentar el desarrollo de proyectos de alto impacto entre alumnos y docentes, poniendo en práctica el conocimiento recibido en los claustros para el beneficio de la sociedad y el medioambiente.