Muchas veces escuchamos sobre la publicación de rankings anuales de universidades en el Perú y el mundo. Los listados pueden enfatizar en distintos tópicos, los que decantarán en resultados que podrían presentar diferencias al considerar criterios que responden a modelos propios. En líneas generales, algunos de los principales puntos que se evalúan son: investigación, perspectiva internacional, enseñanza, reputación académica, empleabilidad, entre otros. El tipo de ponderación o peso que se otorgue a cada indicador dependerá de la institución que impulse la elaboración del estudio.
Un punto que toma cada vez más notoriedad es la inclusión de la acreditación como un tópico adicional entre los diversos modelos de evaluación. Sin duda, el número de programas acreditados o el trabajo vinculado a los procesos de mejora continua son una buena señal de la labor que realizan las casas de estudio para elevar la calidad del sistema educativo. Un ejemplo en el Perú es el Ranking de América Economía, revista especializada que elabora anualmente un listado con ocho factores para la evaluación, variando los pesos porcentuales asignados a los criterios. Los indicadores que toman en consideración son: calidad docente, investigación e innovación, empleabilidad, acreditación, internacionalización, infraestructura, selectividad académica e inclusión. El campo de acreditación tiene un peso de 10 %, ponderándose los resultados de las carreras con alguna credencial (50 %) y los años totales de acreditación de los programas en relación al número de carreras de la institución (50 %). En la edición lanzada en 2017, un 38 % de las universidades participantes poseía una acreditación1.
Si bien los cambios en la posiciones de los rankings pueden responder a diversos factores –que no necesariamente se deben a un aspecto negativo-, la inclusión de nuevos tópicos que enfaticen en la mejora de la calidad educativa son beneficiosos para sociedad en general, pues permite identificar las acciones que emprenden las casas estudio en diversos campos.