La obtención de un reconocimiento en calidad educativa no significa el fin de un proceso de acreditación, por el contrario, es el punto de partida para el despliegue de diversos mecanismos que permitan mantener los niveles de excelencia académica.
Todas las credenciales exigen la presentación de reportes periódicos o evidencias de las mejoras implementadas, como resultado de las recomendaciones dadas por una acreditadora. Los reportes consideran datos como la colocación laboral, satisfacción de egresados y empleadores, alumnos matriculados y retención, capacitaciones de docentes, etc. Por otro lado, los lineamientos de determinadas agencias establecen la ejecución de una nueva visita de verificación, luego de un determinado periodo de tiempo. Por ejemplo, Sineace, considera la realización de una nueva visita de seguimiento, luego de un año de haber otorgado una credencial en calidad educativa.
Los estándares o criterios para otorgar una acreditación varían, sin embargo, todas confluyen en la búsqueda de la mejora continua de las instituciones educativas, aportando al desarrollo de profesionales altamente competitivos.
En definitiva, el seguimiento de este tipo de programas permite conocer sus avances, identificar nuevas oportunidades de mejora en los procesos y servicios que se brindan a los alumnos, y contar con una auditoría continua de una casa de estudios.