Persona echando sal de mesa en un plato de ensalada.

Por José Luis Guzmán Mallqui 

Docente universitario y nutricionista clínico. Doctorado en nutrición y salud. Maestro en gestión de nutrición. Especialista en nutrición clínica. Licenciado en nutrición y dietética. Educador en diabetes.

Cada año, en mayo, se celebra la Semana Mundial de Sensibilización sobre la Sal, un momento clave para reflexionar sobre cómo el consumo de este mineral afecta nuestra salud, especialmente en relación con la hipertensión arterial. Este año, del 12 al 19 de mayo, se invita a las personas a tomar conciencia sobre los riesgos del exceso de sal en la dieta y la importancia de controlar su consumo. Sin embargo, aunque reducir la sal ha sido durante mucho tiempo una recomendación fundamental para controlar la hipertensión, ¿es realmente útil seguir una dieta baja en sodio en todos los casos de esta condición?

El papel del sodio en la hipertensión arterial  

El sodio, el componente principal de la sal común, desempeña un rol crucial en la regulación del equilibrio hídrico y la presión arterial. El exceso de sodio puede provocar retención de líquidos y aumento de la presión arterial, especialmente en personas con sensibilidad al sodio, una condición que no afecta a todos por igual. Mientras algunos individuos responden con aumentos significativos de presión arterial tras una mayor ingesta de sodio, otros no presentan cambios relevantes. Esta variabilidad plantea la necesidad de estrategias más personalizadas.

¿Reducir la sal siempre es beneficioso? 

La reducción del sodio tiene beneficios en personas con hipertensión arterial sensibles al sodio, pacientes con enfermedad renal crónica y adultos mayores. No obstante, hay evidencia de que una restricción excesiva de sodio (<2,3 g/día) podría no ser beneficiosa en todos los casos, e incluso asociarse con riesgos como alteraciones hormonales, aumento de lípidos sanguíneos y enfermedades cardiovasculares. De hecho, enfermedad coronaria aumentó 15.89 % en Perú, lo que subraya la importancia de abordar las enfermedades cardíacas desde múltiples ángulos, no solo desde la reducción del sodio. 

Un estudio prospectivo reciente encontró que una ingesta moderada de sodio (2,3–4,6 g/día) se asociaba con menor riesgo de enfermedad cardiovascular, en comparación tanto con un consumo elevado como con uno muy bajo. Asimismo, una revisión en Hypertension enfatiza que el abordaje nutricional debe ser más amplio que la sola restricción de sodio. La dieta DASH —que incluye alto contenido de frutas, vegetales y productos bajos en grasa— resulta más efectiva, al abordar múltiples factores que influyen en la presión arterial. 

Enfoque integral para la hipertensión 

Es importante recordar que, más allá de la reducción del sodio, hábitos saludables como aliados para prevenir y controlar la diabetes y otras afecciones, también juegan un papel clave. Mantener una dieta balanceada, realizar actividad física y controlar el estrés son factores esenciales para una buena salud cardiovascular.

Estrategias personalizadas para cada paciente 

Una dieta baja en sodio no es una solución universal. Aunque la reducción de sal es clave en muchos casos, su efectividad depende del perfil del paciente. La nutrición clínica individualizada permite optimizar el manejo de la hipertensión sin caer en restricciones innecesarias, promoviendo un enfoque más equilibrado y seguro para la salud cardiovascular.

En la carrera de Nutrición y Dietética formamos líderes enfocados en la promoción de la salud, la prevención y tratamiento de enfermedades a partir de la alimentación y los estilos de vida saludables, con una mirada ética, global, innovadora y socialmente responsable, basada en la investigación.

Referencias bibliográficas:

  1. Ma Y, Huang C, Li X, Wang L, Wang Y. Association of sodium intake with cardiovascular disease and mortality in adults with hypertension: a prospective cohort study. JAMA Netw Open. 2023;6(5):e2312789. doi:10.1001/jamanetworkopen.2023.12789.